Si no compras no te va a tocar, Vicent
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Ahora mismo, un periodista le pregunta al conseller Vicent Marzà por la hora y le responde que depende de dónde. No firma ni las felicitaciones ... de Navidad. O de fin de año. Está en fase pública de repliegue y mira sorprendido a los periodistas que revolotean a su alrededor preguntando por la posibilidad de que pase del Consell a Les Corts, de conseller a portavoz. Rodeado habitualmente por los propios. Blindado en su conselleria, allá en Campanar. Esquivo a las preguntas políticas. Alérgico a las respuestas asertivas. Gustoso del requiebro, un informe del Consejo de Transparencia ya advertía hace semanas a su conselleria de que esos modos de contestar con trampas dialécticas a preguntas claras y concretas es una costumbre a erradicar. Si Marzá quiere adquirir el boleto para ser síndico de Compromís en Les Corts, tendrá que pasar por la ventanilla de la Administración de Loterías y comprar un décimo, personarse y decir, quiero. Si no te rascas el bolsillo no te puede tocar, por mucho que uno quiera. Porque Marzà quiere.
Hace un año por estas fechas, que Mazón iba camino de sustituir a Bonig lo sabían hasta los que se sacan el DNI a la segunda. Lo publicó todo el mundo, esa posibilidad. El sustituidor hasta lo negó. Pero al final pasó. No estaba loco todo el mundo, afortundamente.
El runrún pulula por el grupo parlamentario de Compromís; entre los altos cargos de la coalición en el Consell; lo admiten los asesores de la coalición; en su partido, Més, se resignan a las especulaciones; Podemos también contempla esa posibilidad y en el PSPV dan por amortizada su etapa de conseller de Educación. ¿Y él? No sabe y no contesta. O al menos, evita responder y elude decir cuál es su voluntad. Su actitud huidiza en Les Corts, el pasado miércoles, no se conocía desde que el Botánico llegó al Consell. Hasta Toni Cantó, cuando pergeñó su salida de Ciudadanos al ritmo de la tocata y fuga de Bach caminito de Madrid, se colocó en el atril del parlamento valenciano y dio explicaciones. Todo mentira, pero bueno.
Marzà sería un gran síndic. Tiene una enorme experiencia en la gestión de una conselleria complicadísima y ha doblado todo lo necesario para ahorrarse quilombos con un colectivo, el de la enseñanza, que está a la que cae. En términos de oratoria es correoso. Y además, quiere. Sin embargo, deberá dar un paso adelante y levantar la mano. Da la sensación de que lo será si pide serlo, pero no le hace un favor a nadie, ni puede intentar venderlo como un asunto de que los votos al azar de los diputados le convertirán en algo que no quiere ser. Si quiere ser síndic de mayor, lo tendrá que decir.
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