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El conde Drácula

CRÍTICA DE TELEVISIÓN ·

Lunes, 17 de febrero 2020, 09:05

Si uno va a echar mano de un clásico para plantear una propuesta actual lo mínimo que puede hacer es arriesgar. Y si el texto en cuestión es el 'Drácula' de Bram Stoker debería ser una obligación, dada la cantidad de adaptaciones e interpretaciones que ha soportado. La última ha sido la de Steven Moffat y Mark Gatiss, que ya hicieron lo que quisieron (para bien) con otro título de los de ponerse en pie, el 'Sherlock Holmes' de Conan Doyle. Siguiendo la tesis que exponía al principio han construido para Netflix un conde con perspectivas inéditas hasta ahora, dentro de un relato excéntrico y divertido que desafía algunas reglas que parecían inquebrantables en torno al personaje.

Los primeros capítulos -son solo tres- recuperan dos de los pasajes míticos de la novela, en el castillo de Transilvania y en el navío Demeter camino a Inglaterra, y proponen variantes respecto al original, como el cambio de sexo de Van Helsing, que funciona francamente bien. El riesgo en realidad llega en el tercer episodio cuando (ojo espoiler) los creadores prueban una muy arriesgada pirueta y trasladan la acción a la actualidad.

Y he aquí la controversia. Mientras que el resto de cambios han sido bien recibidos por la audiencia, este salto temporal ha dividido a vampiros y humanos. Y aunque es cierto que el resultado es desigual, yo no puedo dejar de aplaudir la idea.

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