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El próximo martes sube la factura de la luz. Tengámoslo claro: todas las facturas de electricidad. Para eso son los cambios de tarifas, por mucho que se enmascaren las cosas con la cantinela de que es por nuestro bien y para favorecer el medio ambiente.

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Sólo se salvará quien se ponga en el empeño de gastar menos a toda costa, lo que incluye trasnochar y quedar pendiente de todo lo que funciona con kilovatios para ajustar de continuo qué se enciende o qué se mantiene apagado.

Para empezar, háganse a la idea de que en adelante aún entenderemos menos las facturas de electricidad. Si ya eran complejas para el ciudadano no avezado en la materia, a partir de ahora crece la complicación. Las tarifas planas domésticas se convierten en dos periodos diarios en cuanto a la potencia contratada y en tres para el consumo real. Pero esto es en baja tensión y hasta 15 kw de potencia. A partir de ahí, seis periodos de contratación anual y tres tramos horarios que cambian cada mes con un reparto endiablado de precios diferentes, más recargos por rebasar lo contratado y por no atinar con la energía reactiva... La industria, el comercio, el mundo empresarial en general, desde la pequeña tienda a la gran compañía, van a sufrir notables aumentos de costes eléctricos, lo que a continuación se verá repercutido, lógicamente, en los precios de productos y servicios.

Si quiere ahorrar en la luz, cene después de las 12, planche luego y no encienda el aire de día aunque haga calor

Y entre tanto, la ciudadanía asiste impasible a una colección de recomendaciones buenistas para 'ajustarse' a los cambios y hacer que éstos no repercutan seriamente en los bolsillos, o incluso que puedan representar diferencias favorables, que se pague menos.

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Por ejemplo, gurús que están en esto de predicar las supuestas bonanzas del endiablado sistema aseguran que las nuevas tarifas pueden abaratar millones de recibos. Vale, pronto se verá.

En todo caso, si uno decide no encender el horno para comer a mediodía ni la vitrocerámica para poder cenar a las 10, sino a partir de las 12 de la noche, y prefiere planchar de madrugada, no enchufa el aire acondicionado durante el día, que es cuando aprieta el calor, o lo reserva sólo para sábados y domingos, seguro que ahorra algo. Pero estos son consejos para noctámbulos, no para gente que duerme por la noche y trabaja de día. También se puede ahorrar bastante yendo a pie, pescando en la playa (si dejan) y cuidando calabacines maceteros en el balcón, pero el coche, la nevera y la verdulería son inventos para hacernos la vida más cómoda y placentera, no lo contrario. ¿Se imaginan todas las lavadoras en marcha a las tres de la madrugada? En Suiza está prohibido. ¿Y qué haremos con el Metro, que pare en horas punta? Ridículo.

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