Directo Sigue el minuto a minuto del superdomingo fallero

La ley contra el desperdicio alimentario siembra cierta inquietud entre agricultores que han estado atentos a lo que dice la normativa y lo que se ... ha venido anunciando desde que se aprobó el contenido del proyecto en el Consejo de Ministros, hace algo más de un mes. Porque existe el temor de que el agricultor que no pueda sacar su cosecha, al no encontrar comprador o precio que le remunere por ella, se pueda ver obligado, encima, a tener que gestionar su aprovechamiento antes de que se pierda el producto.

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A falta de posibles variaciones durante la próxima fase de tramitación parlamentaria, el Ministerio de Agricultura señala claramente que esta normativa «fomenta actuaciones para evitar la pérdida de alimentos en toda la cadena alimentaria, desde la cosecha hasta el consumo». Insistimos: «desde la cosecha...»

En consecuencia, «las empresas de la cadena -de toda la cadena, desde el campo- deberán contar con un plan de prevención para que, a partir de un autodiagnóstico, adopten medidas para minimizar las pérdidas conforme a una jerarquía de usos en la que tendrá prioridad el consumo humano».

Aunque luego incide el ministerio en lo que son las pérdidas de comida en los hogares, restaurantes, etc., dando la impresión de que con ello se está dejando claro que lo que se quede en el campo no cuenta al efecto, insiste en que «la ley trata de fomentar buenas prácticas desde los productores primarios, en la fase de cosecha y recolección de los alimentos, hasta los consumidores». Las dudas se ven acrecentadas al recordar que, según la FAO, «se pierde el 30% de los alimentos que se producen en el mundo», cálculo que debe incluir lo que se pierde en origen.

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Convendría que se aclarara todo esto por parte de los grupos parlamentarios en el Congreso y el Senado, dejando a salvo a los agricultores y ganaderos de obligaciones, costes inasumibles y sanciones que se incluyen en el proyecto de ley. Porque si además de ser los sufridores eternos de la cadena, sometidos al albur de que les compren o no y al precio que sea, solo faltaría que quedaran obligados a buscar por sistema, no ocasionalmente, que alguien aproveche gratis lo que no puedan vender. Se rompería la cadena.

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