Borrar

El Covid y las cosas del querer

ROSEBUD ·

Antonio Badillo

Valencia

Miércoles, 19 de enero 2022, 01:31

Lo primero que pensé cuando la neblina del miedo se disipó, la noticia de su positivo aún corroyéndome los tímpanos, era el mucho tiempo transcurrido desde la última vez que se lo dije. Tanto que ya ni lo recordaba. Me refiero a esas dos palabras ... que a menudo se atascan en la garganta, de pronto engordadas como la miga en el agua, para emprender regreso a las entrañas sin llegar a ver jamás la luz. Esas dos palabras que por sí solas no funcionan, el pronombre señala, exige sin dar nada a cambio el verbo, pero que juntas son una bomba. Te quiero. Debo decírselo muchas más veces, refrenar la tentación de darlo por supuesto, porque no es inteligente, y menos en tiempos de adioses precipitados, deambular por la vida con cuentas pendientes. Anda revuelta últimamente nuestra fauna política frente a la nueva cita electoral, de pollo en pollo, ora por las vacas, ora por las perras, agitada la jauría del poder ante otra de tantas monterías cuatrienales. Son simples guiñoles en un teatrillo de más cartón que piedra, gestores de lo banal, porque el mundo real es otro, un cuadrilátero donde cada día la gente se contagia, y unas veces sana y otras muere. Dos meses necesitó Blasco Ibáñez para escribir 'Cañas y barro', dos horas bastaron a Amy Winehouse para componer 'Back to black'. Hitler tomó París en seis semanas y Napoleón no sometió España en seis años. Aprendamos la lección, el tiempo es oro tanto como puede ser humo. Lo que no esperas conseguir ni en diez vidas lo logras en diez minutos, o pierdes en un golpe de adversidad cuanto dabas por seguro. Muchos de los recuerdos de la pandemia serán muescas para el resto de nuestra vida. Como aquella manita arrugada por los años que decía adiós a la geriatra desde la ventana de una ambulancia, camino del hospital y del más allá. Ella nunca la olvidará, el dolor hecho memoria. La vacuna ha igualado nuestras fuerzas, conteniendo la escabechina que pretendía perpetrar ómicron, y la inminente 'gripalización' será la aceptación mutua, el pacto tácito entre púgiles que se abrazan con tal de frenar los golpes, pero no podemos bajar la guardia. Siguen siendo malos tiempos para descolgar un teléfono, porque el día menos pensado una bala perdida te da de lleno en lo más hondo del corazón y revienta tu otro yo, ese vínculo que llevas grabado desde la placenta. Protejamos a nuestros mayores, que aún siguen cayendo de diez en diez. Y no dejemos cuentas pendientes. Nadie debería irse sin oír una vez tras otra esas dos palabras que juntas son una bomba. Te quiero. El pronombre que señala, el verbo que al principio pide pero al final da. Desde hoy pienso decírselo cada día que la vida nos regale juntos. No permitas que ninguna canción lo haga por ti.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias El Covid y las cosas del querer