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Puig ha estado bien, incluso en ocasiones, hasta muy bien. Había expectación y no ha defraudado. Su discurso inicial, bien estructurado por su equipo de comunicación en un decálogo de deseos para la Comunitat, bien podría haber sido su carta a los Reyes Magos de ... haberla presentado hace diez días. Conoce la teoría, pero ahora falta que la ponga en práctica. Aunque, de entrada, ya es de por si meritorio que haya expuesto con concisión y claridad sus propósitos para este año y que no haya rehuido a ninguna de las cuestiones que se le han planteado. Fue durante el turno de preguntas donde 'colocó' los mensajes más trascendentes incluyendo algún aviso que otro a navegantes como el de «no estoy pensando en ningún cambio (en su Consell) pero no puedo descartarlo en un futuro», «no es razonable un adelanto electoral», «no se van a permitir más chuleos» (al Valencia CF), «hay un plan» (para el modelo sanitario) o el de «en la agenda de la CV no es fundamental Cataluña» (respecto a nuevas reuniones con Pere Aragonés). Así que, fiel a su estilo contenido, Puig supo anotarse el tanto sin apenas inmutarse. Capeó lo que quiso, entró a matar cuando le convino y dejó clara su habilidad para crear frases redondas. Sin duda, su pasado como periodista (y su sentido del humor) juega a su favor. Y al nuestro, claro.
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