Diríase que algunos duermen ya con el calendario electoral para los próximos dos años debajo de la almohada. Pedro Sánchez mira tan a largo plazo ... que se le ha pasado por alto que hemos entrado en la quinta ola. Y eso que el país luce un tono rojizo intenso en el mapa de riesgo europeo desde hace varios días. El presidente ha dado el pistoletazo de salida hacia las elecciones con la remodelación gubernamental. A la apuesta simbólica por el feminismo y la juventud para conectar con la sociedad -me permito recomendarle que reactive las ruedas de prensa con preguntas si lo que busca es mejorar la comunicación-, ha pasado a la ofensiva narrativa con una palabra clave: recuperación. Se empeña Sánchez en mirar al futuro en positivo, como si no existiera el presente. En clave económica, todo lo fía a los fondos europeos. Bienvenido Mister Marshall.
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Queda fueran del encuadre presidencial la espectacular subida de contagios y posible sobrecarga del sistema sanitario y, por añadidura, la apuesta de diálogo para Cataluña, tras las declaraciones poco prometedoras de los líderes independentistas. Casado ha contraatacado exhibiendo unidad y a Rajoy en Galicia, Arrimadas sigue soñando en su aldea irreductible y Yolanda Díaz, la cara B del Gobierno, trata de recuperar terreno. Y es que tienen indignado al feminismo con la Ley Trans de Montero: cualquiera que quiera beneficiarse de las ayudas a la mujer sólo tiene que realizar un trámite administrativo simple para, sobre el papel, acceder a un cambio de sexo. Quizá por eso, aprovechando que pasaba por Gijón, la vicepresidenta y ministra de Trabajo ha reivindicado el valor de la 'matria' frente a la 'patria', en un guiño mixto al nacionalismo y al feminismo. El debate, polarizado, como todo, ha elevado la temperatura en las redes sociales. Demasiado ruido para tan pocas nueces.
También se mueve la política autonómica. Con Madrid fuera del mapa por un tiempo y Feijóo asentado cómodamente en Galicia, la Comunitat Valenciana es el claro objeto de deseo. PSOE y Compromís han consumido las rentas que dejó la última legislatura del PP. A punto están de agotar también el remanente positivo que obtuvieron en la gestión de la tercera ola: el Consell ha perdido músculo con los datos actuales de contagio y turismo y el riesgo hospitalario. El ascenso de Mazón, las promesas de Casado, el fuerte tirón de orejas de los empresarios al poder valenciano y la presión de Compromís por la manifestación contra Sánchez ponen a Puig en la picota. Tras años de parón, habrá cumbre y postureo por la financiación, nada menos que con Andalucía.
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