Urgente La Lotería Nacional de este sábado reparte el primer premio en diez municipios, uno de ellos de menos de 1.700 habitantes

Por puro espíritu de contradicción, en esta columna voy a mezclar temas como un campeón. Andaré con cuidado. De muy joven, en cuestiones alcohólicas, te advierten de que «mezclar es lo peor». Porque ayer, hoy y parece que mañana, que los críos de 15 años empiecen a beber es normal. Los que un día se nos puso en las narices que bebíamos más por seguirle la corriente a la gente ya sabemos la presión social que se sufre. Si no fumas, mejor, pero si no bebes eres un bicho raro. Así que la gente bebe le guste el sabor del alcohol o no, pero se aconseja a todo el mundo no mezclar. Así la borrachera no te aboca a un centro sanitario o a los sobrecitos de Almax. Los cócteles antinaturales son peligrosos.

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Y no sólo bebiendo.

El PSPV pretende mezclar sus sedes con la tramitación de la renta de inclusión. Uno puede escribirle a Puig unos discursos preciosos para que cite a Bauman mil veces, pero si llevas dentro un Milton Friedman luchando por salir, acaba saliendo. La juventud socialista impulsa una iniciativa, los 'Punts d'Inclusió'. En sus sedes, la gente recibirá ayuda para tramitar la petición de la renta inclusiva. Los que tenemos la desgracia de necesitar la asistencia de servicios sociales sabemos que ese papeleo es un asco, confeccionado por un enemigo del pueblo. Es así. Le guste a Oltra o no. Sin embargo, cuando vas a los servicios sociales, los profesionales te ayudan de modo que el papeleo lo rellenan ellos. Y como es tan asquerosamente complicado, a veces se equivocan, pero te piden que vuelvas a firmar rectificados: servicio público. Cuando un partido se brinda a rellenar mis papeles lo hace con una intención (o varias). Si en el PSPV no son capaces de encontrar las facturas de sus campañas de 2007, a saber qué harían con nuestros datos personales. Mezclar un servicio público con una asistencia en una sede política es peligroso. No sé si es peor que no lo hayan pensado o que lo hayan pensado y lo hagan. A nadie se le ocurriría que podrían mezclarse esas cosas, pero ocurre.

Y no sólo en temas sociales.

La política no es el único campo donde se propician extraños compañeros de cama. O de mesa. Turulatos se quedaron en el restaurante Don Giovanni de Madrid (magnífica «all'arrabbiata») cuando uno de sus reservados fue ocupado por los directores de los dos periódicos digitales que se han cargado a Cristina Cifuentes (uno empezó y el otro le dio la puntilla). Allí comieron los dos al día siguiente de la dimisión de la ya expresidenta. En las tertulias políticas de 'Saturday Night' se ponen tibios, pero... No todo el mundo tiene en cuenta que cualquiera te sirve un buen pesto, aunque sólo sea auténtico el que lleva piñones, sin mezclarlo con nueces.

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