Curro el apoderado

Dibujado someramente el perfil del personaje que nos ocupa, es momento de buscar explicación a la reacción que ha puesto en valor la labor de quien se educó taurinamente en una de las escuelas de mas solera de la tauromaquia reciente, como fue la de los Dominguín. Y es que hoy la estructura del negocio taurino ha evolucionado hacia otro modelo bien distinto al que regía hasta mediados del siglo pasado. Hasta entonces, el apoderado lo era en exclusiva; el empresario, igualmente, y el ganadero, a lo suyo. Hoy, en la mayoría de los casos, la misma figura domina las tres patas del negocio, lo que a veces lastra la meritocracia.

Por eso ha llamado la atención que un apoderado independiente -y aquí pongo en la pista a mi querido, admirado y respetado maestro Paco Mora, que días atrás pedía, no exento de intención, que alguien le indicara donde habita ese rara avis de apoderado independiente- haya colocado a Pablo Aguado, Ginés Marín y Cayetano en carteles de la semana de farolillos. Desconocemos los entresijos de estas contrataciones, pero seguro que en ellas se han esgrimido y valorado con mesura y paciencia, tanto méritos artísticos como atractivos para todos los públicos. Lo que siempre prevaleció.

Bueno sería que en adelante este tipo de ajustes no se convirtieran en noticia. Que los méritos frente al toro y el interés de los públicos prevalecieran. Que cuando un torero está para agradar a los públicos, no se le corten las alas porque no esté en el rol de una empresa.