Curso de bricolaje para montar juguetes
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Dicen que los niños llegan con un pan debajo del brazo, pero ahora ya puedo asegurar que no es verdad. Con lo que tampoco llegan, y yo lo hubiese agradecido, es con un curso rápido de bricolaje. Y es bastante necesario en días como estos ... en que los Papás Noeles, los Santa Clauses y los Reyes Magos se empeñan en dejar en las casas regalos que están sin montar.
Que yo entiendo que la precariedad laboral alcanza todas las partes, que las condiciones en que se desarrollan algunos oficios no son las más adecuadas, que este tipo de personajes mágicos están sometidos a una presión extraordinaria durante el final y principio de año. Pero lo de colocar bajo el árbol paquetes que requieren después horas de montaje me parece una dejación de funciones, la verdad.
Asumimos al ser padres que vamos a pasar muchas noches en vela, que adquiriremos una destreza inusitada cambiando pañales, que nos haremos expertos en medir la temperatura de tanto calentar biberones, pero nadie advierte lo suficiente sobre lo que sucede cuando se celebra la Navidad y los deseos plasmados en las cartas se cumplen. A la casa de Mickey Mouse dan ganas de entrar a vivir cuando la contemplas en la estantería de la tienda, los garajes con seis plantas y multitud de complementos impresionan desde los escaparates, las minicocinas de madera seducen por la cantidad de detalles con las que imitan a las reales, el castillo del Rey León impone e invita a recorrerlo para descubrir todos sus recovecos. Los juguetes en los catálogos lucen estupendos pero cuando se trasladan a los salones tienen poco que ver con lo que habíamos visto, principalmente porque están desmontados por piezas y alguien debe hacer magia para que cuando los más pequeños los encuentren se parezcan a lo que ellos habían pedido.
De nada sirve intentar sobornar a Melchor, Gaspar y Baltasar con una buena ración de turrón y varias copas de moscatel. No funciona. El arduo trabajo que les queda a padres y madres es el mismo. Y en ocasiones no resulta sencillo. Cualquiera diría que hay que estudiar una ingeniería para hacer funcionar algunos aparatos.
Ikea ha hecho mucho daño al respecto. Nos convenció a los más torpes de que cualquiera puede armar un mueble. Y no es verdad. La estantería Billy es una cosa pero el verdadero desafío se presenta con los presentes navideños. Cuando uno se enfrenta a las instrucciones de estos artilugios se las ve y se las desea para que todo encaje como debe y que ninguna tuerca dé al traste los buenos propósitos que imperan en estas fechas. Todo sea por mantener la ilusión infantil. Aunque por dentro se desate la furia porque un cajón no se sujeta o una rueda se tambalea. También puede ocurrir que una vez montado al niño en cuestión no le interese el juguete y siga entreteniéndose con ese muñeco heredado de su primo.
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