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A Ribó desde luego, no hay más que ver su reacción entre desinteresada (nada nuevo siendo él) y con un aire de suficiencia al ser preguntado (esos dichosos periodistas que hacen su trabajo) por el robo de 5.000 euros del despacho del director del Palau de la Música y contestar como si fuera la cosa más normal del mundo que el responsable de un auditorio guarde personalmente un dinero procedente de la venta de entradas en taquillas. Y como si no hubiera que escandalizarse al enterarnos de que la sustracción se realizó aprovechando un momento en que las cámaras de seguridad estaban apagadas, un episodio más propio de Mortadelo y Filemón o de Anacleto, agente secreto que de la tercera ciudad española. Pero bueno es Ribó, si los 4 millones de euros de la EMT no le han quitado el sueño se iba él a inmutar por 5.000 miserables eurillos de nada. Cuando encima va la concejala de Cultura, la impagable Glòria Tello, y nos aclara que robos como el que nos ocupa «suceden a veces», como diciendo que no exageremos que tampoco es para tanto. Es lo que pasa cuando se considera (Carmen Calvo dixit) que el dinero público no es de nadie, que te lo roban -sean 4 millones por vía telemática o sean 5.000 euros entrando en unas dependencias municipales- y te quedas tan ancho, como si te sobrara. Y cuando no te lo roban, como le pasa a Ribó, lo gasta alegremente, como el nuevo Ximo Puig que ha regresado del verano tal cual si le hubiera tocado la Primitiva, en plan nuevo rico. Igual nos anuncia un día una nueva Agencia Valenciana de Emergencias -que necesitará de un director con sus consiguientes jefes de gabinete, de comunicación, asesores, personal de confianza, chóferes y varios etcéteras más- que una nueva Comisionada para la Transformación de la Atención Primaria (más sueldos públicos) que nos enteramos (otra vez los periodistas metomentodo) que el Consell de Transparència va a estar blindado para el Botánico con miembros que, además, tendrán dedicación exclusiva (otros tantos bebiendo de la misma fuente). Ya puede quejarse de que el «efecto capitalidad» de Madrid «la ha convertido en una aspiradora que absorbe todo», ya puede -aunque sea con la boca pequeña, que ahora están los suyos en la Moncloa, por más que Sánchez no sea muy suyo que digamos- reclamar una financiación justa para la Comunitat que cuando se siente ante la ministra de Hacienda me puedo hasta imaginar la escena, Montero con su acento andaluz, su gracejo y desparpajo mirando a los ojos al nostre president y preguntándole, ¿pero qué quieres, Ximo?, si te debe de sobrar el dinero, no hay más que ver la alegría con la que lo gastas.
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