Borrar
Directo Un agraciado gana 192.883,96 euros con el Gordo de la Primitiva de este domingo en un municipio de 3.000 habitantes

Por qué debemos hablar más

COMO UN AVIADOR ·

Jueves, 13 de febrero 2020, 09:41

Hay historias abominables a las que trato de buscar una explicación para sentirme a gusto conmigo mismo, como si no pudiera gestionar la maldad o locura ajena, o la sinrazón con la que opera a veces el ser humano. Y lo digo por la pareja que hace unos días tiró a su bebé a un río.

Vaya por delante una aclaración. No me considero buen lector de las noticias de sucesos. Me generan incomodidad y trato de evitarlas en la medida de lo posible. Me cuesta convivir con los terrores cotidianos. Por ello no suelo detenerme en los detalles que se esconden tras los casos más trágicos. Soy una excepción, no nos engañemos. Los datos de búsquedas por internet y las cifras de audiencia de algunos de estos temas online así lo confirman, pese a la hipocresía que impera en torno al consumo de este tipo de asuntos. Pero no quiero ir hoy por ese derrotero.

Pese a mis reparos es inevitable que en ocasiones algunos acontecimientos me estremezcan y quiera conocer mejor cómo se han producido. Sucedía esta semana con la pareja de jóvenes de Palencia detenidos por arrojar a su hijo recién nacido al río Carrión. Las crónicas contaban cómo la madre había acudido a un centro de salud tras dar a luz pero decía no saber dónde estaba la criatura. Al final, ante el interrogatorio de la policía, la muchacha de 23 años terminó reconociendo que había parido la noche anterior y que se había desprendido del niño lanzándolo a un contenedor. Había mentido. Tras más de dos horas de búsqueda sin resultados los agentes concluían que estaban siguiendo una pista falsa. Todavía dieron dos o tres versiones más hasta que terminaron desvelando que se habían desecho de él diez días atrás.

¿Qué puede llevar a dos jóvenes a actuar de un modo tan cruel como para arrojar a un bebé en un río?

¿Qué puede llevar a dos jóvenes de veintitantos años a actuar de un modo tan cruel? Esa respuesta nos conduce a conclusiones que nos dejan en mal lugar como sociedad. No puedo evitar pensar que si alguien se inclina por algo así es porque cree que no tiene más alternativas, porque se encuentra desesperado ante una situación que no es capaz de controlar. Prefiero no imaginar otros escenarios.

Por eso es tan necesario crear foros adecuados en los que hablar, en los que se expliquen circunstancias por obvias que parezcan, espacios de confianza para que nadie termine tomando atajos letales. No sé nada de la pareja de Palencia, de los motivos que les llevaron a esa decisión tan desalmada. Pero lo que sí sé es que han arruinado sus vidas y que tal vez hubo una posibilidad de evitarlo, de que alguien les mostrara otros caminos que elegir. No hay que tener miedo a hablar ni a que nos hablen. Prohibir hacerlo (mediante vetos o pines estúpidos) no impedirá que algunas realidades existan pero sí privará a muchas personas de herramientas suficientes para manejarlas.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Por qué debemos hablar más