
El dedo excelente del diputado rius
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Habrá que ver qué hace Oltra con la oveja descarriada y si estas cosas despiertan el celo de la Fiscalía AnticorrupciónFalso. No todos son iguales; ni los políticos, los partidos o las organizaciones. Pueden serlo a veces, pero no necesariamente. Hasta el mismo partido puede cambiar y comportarse distinto en etapas diferentes, en función del contexto, las circunstancias y el carácter de sus dirigentes. Por eso no es tolerable reclamar la ilegalización del Partido Popular como ha pedido por ahí alguien del PSPV, no sólo porque eso es una competencia judicial sino porque por ese mismo criterio los socialistas no se hubieran merecido volver al poder ni colocar a Zapatero como presidente del Gobierno, llevando encima el pesado lastre de las condenas por corrupción del caso Filesa. Ojo y otras condenas por asuntos diversos e igual de graves, pero vamos ahorrarnos aquí la relación. Cuidado con los juicios sumarísimos y las causas generales, sobre todo si quienes las instigan no representan al sistema judicial sino a los adversarios políticos, o sea los beneficiarios de su eliminación. Hablamos de reglas básicas de la democracia occidental, pero el postcomunismo siempre sufrirá a la hora de acoplarse a las sociedades abiertas basadas en las libertades civiles. Volviendo al principio, todos los partidos, todas las organizaciones, pueden tener ovejas negras. Esto resulta inevitable y lo trascendente no es el caso descarriado, sino qué se hace con él. Ese fue uno de los fallos de Paco Camps cuando empezó a dirigir la nave: cerrar los ojos ante sus ovejas negras. Y las ovejas negras, naturalmente, le crecieron alrededor.
Ni España ni los españoles somos genéticamente más corruptos que otros, como definición colectiva; esto es un lugar común que confunde la causa con el resultado. Este es un país donde hasta hace poco la palabra dada era ley y el contrato pasaba por un apretón de manos mirándose a los ojos; algunos por supuesto faltaban a estos códigos, pero inmediatamente eran considerados parias sociales. Quienes somos de pueblo todavía nacimos a tiempo de comprobarlo en nuestra vida cotidiana. Si aquí se da como se da más corrupción que en otras latitudes es simplemente porque nuestro sistema institucional lo permite a fuerza de no tener instrumentos de vigilancia y combate. No nos hemos dotado de los mecanismos precisos para una administración compleja y mastodóntica; ni ganas que se tienen de arreglarlo. El tripartito nos llegó con aquello de guerra total a los corruptos y renacimiento para el honrado pueblo valenciano. Era un lema apropiado al momento. Iban a cambiarlo todo y, en efecto, algo se ha cambiado, pero en lo que respecta al meollo del problema todo se reduce a una táctica (legítima) de conquista del poder. La gran sorpresa nos la estamos llevando con los empresarios de Gürtel, los nueve tramposos que han confesado que pagaron gastos del PP a través de Correa y El Bigotes. Es una lección decepcionante. Primero, los tramposos obtuvieron adjudicaciones y una relación privilegiada con la Generalitat a cambio de las mordidas, perjudicando a su competencia. Segundo, se van de rositas gracias a su confesión, que les cambia penas de seis años de cárcel por una multa inferior a los 30.000 euros; mera propina a cambio del negocio logrado. Tercero (lo contamos hoy), los mismos ventajistas que antes se quedaban con las contratas y después compraron su libertad también por una módica suma, siguen haciendo negocios fabulosos con la misma administración. Este periódico ha podido comprobar una relación de cientos de facturas por más de noventa millones de euros emitidas por los tramposos a la Generalitat en los dos últimos años, a esa Generalitat del tripartito y la guerra total contra el corrupto. Y sólo parece la punta del iceberg. No todos son iguales ni tienen por qué serlo, en efecto, pero a veces resulta que todo sigue igual.
Esto mismo se podría decir de la nueva Canal 9 que antes de empezar a emitir se parece en todo a la vieja Canal 9, sólo que ahora los mandos están en manos de otros. Lo mejor que le podría pasar a Ximo Puig, en términos de interés electoral, es que À Punt no lograra empezar a emitir esta legislatura. O tendrá que apagar ese fuego, con gasolina. Por cierto, que la radio pública lleva semanas en antena y la vida sigue igual (con perdón) para los desesperados valencianos que tanto la echaban en falta, salvo el dinero innecesario que se está gastando en el juguete.
El tripartito empieza a tener alguna oveja suelta, a ver qué hace con ella. El responsable de cultura de la Diputación, Xavier Rius, porta en su breve carrera un sinfín de decisiones impropias del pregonado gobierno honrado. En cualquier momento, algún compañero puede replicar la teoría de que ‘son sólo tres trajes’, o sea poco dinero, olvidándose de aquella enseñanza de Oltra de que lo importante no es la cantidad sino la actitud, el fondo. Pero es que tampoco aquí son sólo tres trajes. El diputado Rius por dedazo divino y a través del fraccionamiento de contratos ha pagado más de cien mil euros al hermano del que fuera su asesor directo; alternando los pagos al hermano, a la mujer del hermano y a la empresa del hermano, para que no se notara tanto el dedazo. El diputado Rius paga facturas incluso en los meses en los que no se efectúa el servicio. Y contrata reiteradamente a la imprenta de su pueblo. Y repite el malabarismo de firmar adjudicaciones meses después de que le hayan prestado el servicio que su dedo supremo eligió. Y el diputado Rius ignora a la Intervención y se conforma con que le presenten presupuestos tapadera para justificar la concesión del servicio a quien su dedo hacedor señaló con antelación. El diputado Rius elimina las subvenciones a una entidad centenaria como Lo Rat Penat y entrega 350.000 euros a los colectivos próximos y de amiguetes, como los activistas del catalanismo secesionista Escola Valenciana y Acció Cultural (por cierto, ¿cómo paga AC la hipoteca de su sede desde que se le acabó el chorro de millones que recibía del pujolismo corrupto?). Dicen, dicen, que Mónica Oltra anda muy sofocada con lo que está leyendo sobre el diputado Rius, subordinado y de su cuerda. Habrá que ver qué hace con la oveja descarriada y habrá que ver si estas cosas del diputado Rius y su pedazo de dedo despiertan el celo, o al menos la curiosidad, de la siempre acechante Fiscalía Anticorrupción.
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