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Desahuciar a los poetas muertos es de gorrinos

UNA PICA EN FLANDES ·

Domingo, 16 de enero 2022, 00:51

Pablo se metió en su habitación, aunque dejó la puerta entreabierta. Los amigos estábamos en el comedor bebiendo y fumando, leyendo poesías en voz alta y diciendo chorradas sobre la decadencia de los dieciocho años. Pablo puso «Siento que te estoy perdiendo» a todo volumen. No nos llegó el crepitar de la aguja sobre el vinilo, pero sí la canción, su letra en la voz de Luis Eduardo Aute. Pilló el mensaje Elena, se levantó y también se metió en la habitación, y esta vez sí cerraron la puerta. El club de los poetas coñazo en que consistíamos estalló en una carcajada colectiva. Ese ha sido siempre el poder de los versos de Aute sobre mi generación: compilar con palabras acertadas nuestras desacertadas aventuras. «No te desnudes todavía« trata de una mujer liberada que tiene prisa por quitarse el vestido. No unos vaqueros, sino un vestido. ¿Se os ocurre una forma más hermosa de decir que la igualdad no es enemiga de la delicadeza?

La noticia de su muerte me perturbó como si me hubieran quitado un tapón y me vaciase de recuerdos. Desde que tengo memoria me he buscado en sus canciones. «Esos rostros ya no llevan nuestros nombres» cantaba en 'Queda la música', y ambas cosas eran verdad. Embozado tras «Ay de ti, ay de mí» me metí en corral ajeno y luego, reconstruyendo la historia que hubiera tras 'Las cuatro y diez', aquellos labios me parecieron de papel. Ella me esperó hora y media en esta misma mesa, yo me retrasé. Por eso, cuando me he enterado de que la casa de Aute ha sido demolida, ¡vendida y demolida!, sin que nadie haya dicho ni mu, me he preguntado, maldita sea, por qué aquí no hay quien defienda lo sentimental frente a lo material. Las matemáticas son dueñas de los ministerios y los presupuestos, vale, pero ¿todo ha de ser números? Casi a la vez, leo en Idealista que se subasta la casa de Vicente Aleixandre. Las casas de los poetas son equis en los mapas del tesoro, aurículas del silencio, recovecos de eternidad, test de antígenos negativos para que las ideas se reúnan sin mascarilla; no tienen precio. Y nosotros, unos bárbaros.

Da igual que Lorca y Miguel Hernández se conocieran en casa de Aleixandre o Serrat y Sabina en la de Aute, no es eso, no es por el mito. Se trata de salvar metáforas, hipérboles, personificaciones... Se trata de vivir sintiendo y no sólo de sentir que se vive. En América han conseguido trasplantar un corazón de cerdo a un humano; ¡madre mía!, la sorpresa que se van a llevar en España cuando quieran reproducir esa operación y descubran que aquí somos muchos los que ya de natural funcionamos con corazón de gorrino.

Por qué aquí no hay nadie que defienda lo sentimental frente a lo material

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