Después de la irresponsabilidad y el desahogo de rueda de prensa de Layhoon y Corona, volvió el fútbol. Después de decir que «no había nada ... en el mercado para mejorar esta plantilla» y que «la palabra descenso no existe», ese Valencia de cuento de hadas ha perdido dos partidos empeorando la imagen de Valladolid. Lim se ha cargado en Valencia hasta el dicho de 'a entrenador nuevo, victoria segura'.
Todos en la ciudad veíamos las carencias, problemas y necesidades de esta plantilla. Todos menos Lim, Layhoon y el funcionario del año que decía no sé qué de que los datos del equipo eran buenos antes del Mundial. Y con esas trolas vergonzantes terminó el mercado de invierno; con Layhoon y Corona viendo entrenar a Voro el último día de mercado en lugar de intentar, por todos los medios, reforzar a este maltrecho Valencia.
Cero fichajes. El tema es de una irresponsabilidad aberrante. De despido fulminante. Pero no, aquí nunca pasa nada. Y así llegamos a esta semana de bomba informativa. El equipo tocó fondo en Valladolid, escarbó bajo la tierra en Girona y afronta una noche en el infierno de Mestalla. ¿Qué pasará el sábado? ¿El valencianismo apostará por la calle o por la grada? Compleja decisión. Respeto a los que entren, respeto a los que no. Creo que el equipo necesita ahora a su gente como nunca para no bajar a segunda división pero también creo que no hay mayor golpe de efecto para atizar a Lim que no entrar en el campo. Esa imagen sí llegaría y señalaría al impresentable de Singapur.
Mientras tanto, el desahogado funcionario del año dice que aquí no hace falta nada
Pero, por desgracia, lamentarnos de Lim, del mercado de fichajes y de los resultados hasta ahora no va a servir de nada. Cuando el equipo se salve -si se salva- será momento de sacar toda la artillería social. Hoy hay un descenso en el que focalizar el poco armamento a disposición para esquivarlo. Porque lo tenemos encima y, en mi opinión, bajar para este club puede significar su desaparición. Así de claro lo digo. Y sin club no habría Lim a quién echar. ¿Y qué se puede hacer? La grada matar por el equipo, amedrentar a los rivales y arropar a los bloqueados futbolistas en las nueve finales de Mestalla. No hay más. ¿Y los de dentro? Me detengo, en este punto, en el entrenador.
El desastroso club que sufrimos ha decidido que, teniendo a Voro, ya estamos salvados. Y, como no tienen ni idea de nada, no se han percatado de que Voro siempre ha salvado a un Valencia de plantillas con grandes jugadores. No que entrenar. En épocas anteriores el vestuario necesitaba un gestor que uniera voluntades. La calidad hacía el resto. Villa, Silva, Mata, Albelda, Baraja... en 2008 y Parejo, Kondogbia, Coquelin, Garay, Rodrigo... tras Prandelli. Ahora Voro no tiene que gestionar estrellas sino entrenar jugadores de mucho menor nivel. Es decir, ahora falta un entrenador y no alguien con gran mano izquierda y carnet de técnico.
Esto no es culpa de Voro, al que enmarronan sin rubor. Esto es culpa del que se cree que, sin un entrenador superior al nivel de esta plantilla, estos jugadores van a ganar partidos. Y, así, vimos a un Valencia desarbolado por el Girona y a un técnico superado diciendo «yo no puedo hacer más. Estoy aquí por un acto de responsabilidad». Sólo con esa frase debería ser suficiente motivo para cambiar de entrenador. Porque ese vestuario no necesita alguien «que esté por responsabilidad» sino por calidad. La que no tiene esta plantilla por sí misma para ganar a nadie desde que terminó el Mundial. Y, mientras el desahogado funcionario del año dice que aquí no hace falta nada y la presidenta pone cara de póker, el Valencia camina de cabeza hacia la segunda división. Yo sí digo la palabra descenso. No trato de engañar a todo el mundo.
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