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Desescalada con descalabro

Desescalada con descalabro

SALA DE MÁQUINAS ·

Domingo, 3 de mayo 2020, 15:30

Ha trascendido poco el sinuoso plan de Pablo Iglesias para que Pedro Sánchez organice la 'desescalada' y dé paso a una 'nueva normalidad' tras el fin progresivo del 'confinamiento'. Según se ha podido saber, los podemitas pretenden reordenar sus áreas políticas y ejecutivas en el gobierno de coalición con fin de tener mejor controlada a la población susceptible de ser contagiada por el coronavirus, a través de lo que denominan 'telepantallas' (o sea, los actuales teléfonos móviles) mediante las cuales los ciudadanos dan cuenta cada momento de sus movimientos y pueden recibir al instante instrucciones detalladas de la administración. Ante la expansión imparable de los bulos, el equipo podemita plantea colocar el derecho a la información, los espectáculos y la educación pública bajo la observación del 'Ministerio de la Verdad', de nueva creación y dependiente del propio Iglesias. Para infundir ánimo a los españoles, los ministerios de Economía y Hacienda, tan vinculados históricamente a los indeseables recortes de la derecha reaccionaria, pasan a llamarse 'Ministerio de la Abundancia' en el que la tecnócrata Calviño sería relevada por Yolanda Díaz. Por su parte, las influyentes minorías anticapitalistas quieren eliminar los presupuestos de Defensa y traspasarlos a un 'Ministerio de la Paz' gestionado por oenegés progresistas cercanas a Irene Montero, así como desmovilizar la Guardia Civil y la Policía Nacional para ser reemplazadas por un 'Ministerio del Amor', puesto en el que podría continuar el ministro Grande-Marlaska. El único cuerpo de las fuerzas de seguridad que pervivirá será la 'Policía del Pensamiento', que dependerá del Ministerio de la Verdad, aunque se le está buscando un nombre más apropiado (Echenique propone 'Agencia Democrática Popular'), lo mismo que ocurre con los polémicos 'Dos Minutos de Odio' en los que se convoca a toda la población a detener su actividad diaria y hacer muestra explícita de una emoción colectiva, aprovechando las sinergias de los 'Aplausos en los Balcones' surgidos los meses de confinamiento.

Resulta inevitablevernos reflejados en el mundo orwelliano ante ciertos gestos recientesde este gobierno

Los lectores ya saben o suponen que esto es una ficción: es la terminología de una novela contra el totalitarismo escrita por George Orwell hace siete décadas. La novela en la que el gobierno pasa a establecer lo que es verdad y lo que es falso y donde los hechos son definidos por el Estado, no por los ciudadanos. El problema nos surge cuando en vez de una ficción a veces sólo aparenta ser una exageración respecto a nuestro futuro hipotético. Resulta inevitable vernos reflejados en el mundo orwelliano ante ciertos gestos recientes de este gobierno, vinculados al control de la información y el hostigamiento a los medios de comunicación privados, la estigmatización de la independencia judicial o la conversión de los empresarios en 'Enemigos del Pueblo'. Carece de sentido que el partido socialista no esté cortando de raíz estos impulsos tan ajenos a los usos democráticos. Podemos parece tentado desde el principio de aprovechar la mayor convulsión social desde la Guerra Civil para cambiar las bases del modelo de Estado. Pero es que el propio Sánchez, incluso antes de llegar a La Moncloa, se ha apalancado demasiadas veces en el engaño, la manipulación y la propaganda como instrumentos para ocultar sus intenciones o negar la realidad. Sólo vamos a recordarle al presidente del Gobierno una frase que se hizo bien famosa hace unos años: «merecemos un gobierno que no nos mienta». En efecto, lo decía Rubalcaba.

De consolidarse este escenario, Españadeberá ser rescatadapor la Unión Europeay quizá sea lo mejor

Pero hasta la negación de la realidad tiene sus límites, al menos todavía. El informe que el ejecutivo ha mandado a Bruselas prevé una caída del PIB mayor del 9% y una tasa de paro cercana al 20%. Estudios independientes y neutrales auguran un futuro todavía más negro, con seis millones de parados a final de año. De consolidarse este escenario, España será declarada insolvente y tendrá que ser rescatada por la Unión Europea y quizá sea lo mejor que nos puede pasar: supondrá sacrificios pero al menos habrá una tutela externa y sensata frente a las peligrosas ensoñaciones podemitas.

Sánchez, incluso antes de llegar a La Moncloa, se ha apalancado demasiadas veces en el engaño y la manipulación

Septiembre u octubre será el mes de la ira. De la gran tormenta política. Ahora todos estamos ansiosos por recuperar algo de nuestra vida anterior, de nuestra libertad y nuestros derechos. De nuestra salud y bienestar. El verano se meterá encima sin darnos cuenta y será un verano raro. Pero llegará septiembre, u octubre. Y tocará hacer balance. Cuarenta mil muertos. El sector sanitario completamente resentido. Dos meses de confinamiento absoluto. Un curso educativo perdido en términos de aprendizaje. Descalabro tremendo de la economía. Ayudas públicas insuficientes y tardías. Autónomos sin ahorros ya para seguir subsistiendo. Liquidaciones de pymes que no han logrado resistir. Ajustes y recortes presupuestarios en las empresas, pensando en el ejercicio siguiente. La administración sin fondos. No habrá muerto Excalibur ni ningún otro canino, por el virus, eso no, pero será la hora en la que se contarán aciertos y errores de los gobiernos. Será la hora en la que la magia de la propaganda ya no dará más de sí. Los españoles podrán sacar sus propias conclusiones porque será también la hora de los hechos, siempre que la definición de los hechos siga siendo un asunto que depende de la ciudadanía y no de los gobiernos.

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