Miembros de la plataforma organizadora de la manifestación. EFE

Desmovilizados

EDITORIAL ·

Empresarios, sindicatos y partidos convocantes de la manifestación por la financiación no parecen muy interesados en su éxito

REDACCIÓN

Jueves, 18 de noviembre 2021, 00:45

La segunda manifestación por una financiación justa para la Comunitat recorrerá el sábado las calles de Valencia. Y el ambiente creado por los convocantes de la protesta no parece anticipar un éxito de asistencia. Si la anterior se celebró en 2017, con Mariano Rajoy en la Moncloa, ésta llega con Pedro Sánchez al frente del Gobierno central, lo cual coloca al PSPV de Ximo Puig en una situación tan incómoda como la que se encontraba entonces el PPCV que encabezaba Isabel Bonig. Hoy, Carlos Mazón, el líder de los populares, se siente mucho más libre para reivindicar ante Madrid, justo lo contrario de lo que le sucede al secretario general de los socialistas valencianos y presidente de la Generalitat. Pero es que tampoco las organizaciones empresariales se están empleando a fondo en una movilización que no está llegando a todos los sectores sociales y de la que muchos ciudadanos probablemente ni se hayan enterado. El tacticismo de las formaciones políticas, sus intereses electorales y la dependencia jerárquica territorial de los partidos nacionales, todos esos factores juegan en contra de una reivindicación que es justa. Porque los datos no engañan y hoy por hoy la Comunitat es la peor financiada de España.

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Aunque de aquí al sábado queda poco tiempo, puede ser suficiente para reactivar una manifestación que, en caso de pinchar, mandaría un mensaje muy negativo. En primer lugar, de la capacidad de sacar a la calle a ciudadanos comprometidos por una causa. Si los partidos, las organizaciones empresariales y los sindicatos fracasan en el intento es que la sociedad, aparentemente, carece de la vertebración y del músculo necesario para hacer valer sus derechos. Pero, además, una escasa asistencia de manifestantes rebajaría la presión que Valencia puede ejercer ante el Gobierno de Sánchez, que maniatado por las tensiones territoriales, por la reacción en otras comunidades y por sus pactos con nacionalistas e independentistas apenas tiene margen de maniobra en una cuestión tan delicada, por lo que desde su ascenso al poder el presidente se ha dedicado a regalar buenas palabras y promesas que luego no se cumplen porque ni siquiera se les pone plazo de ejecución. Los convocantes se juegan su credibilidad en la cita del próximo sábado, que quizás debieron haber meditado más y que, en todo caso, merecía un trabajo mucho más intenso para movilizar a los valencianos.

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