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Un destello de felicidad

Un destello de felicidad

Nos aferramos a la alegría como una forma de esquivar las desgracias y, de algún modo, alimentar nuestra ilusión de ser inmortales

Txema Rodríguez

Valencia

Sábado, 2 de julio 2022, 00:02

No deja de resultar sorprendente la capacidad del ser humano para celebrar la vida, algo que sumado a tantos mensajes de optimismo infantiloide con los que somos bombardeados a diario, llevamos escrito en nuestro ADN. Es el instinto de supervivencia. Ver a los demás felices ... es importante, nos ayuda a superar los malos momentos, nos hace sentir cierta confianza en el ser humano y, aunque sabemos que se trata de una ilusión, nos transporta a ese mundo utópico con el que alimentamos nuestros sueños. Sea o no un espejismo, la felicidad, la ausencia de dolor, es el motor que nos mueve y el resorte más sencillo para manipular nuestros cerebros. No existen empresas ni políticos que no la prometan. El bienestar, la salud, un boleto ganador del euromillones, un coche nuevo, unas tetas más grandes, unas vacaciones en un paraíso lejano, la educación de nuestros hijos, la eliminación definitiva de la barriga cervecera, una sonrisa magnética, un cabello largo y brillante, una maratón en Nueva York, menos impuestos, mejores carreteras, trabajo para todos. La lista es muy larga, tanto como breves e insignificantes resultan nuestras vidas. Tal vez por eso nos esforzamos tanto en conservarlas y en mirar hacia otro lado cuando el panorama pinta oscuro. Lo hemos vivido durante estos tristes últimos años. Aferrados a la firme convicción de que nosotros y los nuestros nos hallamos a salvo de todo mal gracias a una fórmula mágica que nos permite esquivar cualquier desgracia. Siempre son los demás quienes enferman o mueren, quienes pasan necesidades económicas y quedan desamparados. Y nos consideramos afortunados entonces, inmortales, aferrados a nuestro pequeño destello de felicidad. Vivos, que no es poco.

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