Algún ayuntamiento cobra tasas por emitir informes de la policía local relacionados con la presentación de una queja o denuncia. Imaginen la sorpresa del ciudadano, ... en este caso del agricultor, cuando acude al consistorio a comunicar alguna irregularidad, o los daños que haya podido sufrir en sus cosechas o propiedades, consigue que un agente o funcionario visite el lugar de los hechos para comprobar lo sucedido, y cuando después solicita el afectado la pertinente copia de lo realizado, le indican que ha de presentar una petición formal, pasar por el registro de entrada y abonar una tasa municipal, por ejemplo 20 o 25 euros.
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Es fácil deducir la conclusión inmediata: acabarán teniendo razón quienes sostienen que denunciar sirve de poco, ode casi nada. Si encima se ha de pagar algo por tener constancia de la denuncia... El mensaje subliminal que circula viene a indicar que será mejor no molestarse en estas cosas. De cualquier manera, lo sufrido o dañado seguirá igual. Si acaso, por si hay póliza de seguro por medio que dé derecho a una indemnización, lo cual exige que medie denuncia. Es el trámite exigido. Y de esta manera, lo que debería dar pie a que se investigase algo para contribuir a reducir o soslayar problemas, se acaba convirtiendo en un instrumento más de gestión burocrática y poco útil, un viaje a ninguna parte.
No siempre que se habla desde el campo de falta de ayudas oficiales se ha de pensar que se incide en aspectos puramente monetarios, que se apele a subvenciones. La mayoría de las veces bastaría con que hubiera más cariño y atención en cosas del día a día, hasta en aspectos modestos como éste: simplemente no aplicar tasas en cuestiones sencillas, para no desincentivar la participación directa de las personas, para salvar la 'España vaciada'.
Con frecuencia se siembran desde los poderes oficiales incomprensiones, retrasos, ausencias, desatenciones... que sólo contribuyen a expandir el desaliento. Cuando lamentamos el abandono de los campos y los pueblos, es evidente que detrás esta la ruina económica, los bajos precios, la falta de servicios... Pero a lo peor la gota que desborda el vaso es una tasa que no debiera aplicarse nunca, o esos caminos intransitables, con baches eternos que nadie repara. Detalles que marcan tendencias.
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