Diálogo sí, pero con todos
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A Ximo Puig le ha salido bien su visita de esta semana a Barcelona. Los medios de comunicación, valencianos y catalanes, han glosado algunas de las ideas propuestas por el presidente de la Generalitat. El jefe del Consell aportó su perfil más cordial para lanzar una oferta de diálogo con Cataluña, una región vecina con intereses comunes con la Comunitat. La búsqueda de acuerdos, la oferta de entendimiento y el mensaje de consenso encontraron eco en una región, la catalana, que lleva años acostumbrada a las sacudidas políticas, judiciales y emocionales. Aquel oasis catalán del que se hablaba hace varias décadas dejó espacio primero a las corruptelas de quienes habían sido sus referentes políticos, y después a un proceso de ruptura social como consecuencia de la decisión del nacionalismo de esa región de tensar la cuerda en su relación con el Estado. Hace tiempo que Cataluña dejó de ser un espacio de moderación y diálogo. Apostó por la bronca, por el 'Espanya ens roba', por azuzar un conflicto de buenos y malos catalanes en lugar de por hacer valer su peso social y económico. Y el resultado no ha podido ser más decepcionante. La región ha visto perder buena parte de su condición de motor económico e industrial, la polarización del conflicto social se ha disparado y la imagen de región emprendedora y moderna ardió en uno de esos contenedores que los independentistas radicales incendiaron en mitad de sus protestas. Cataluña necesita dejar espacio a la política, tras arrepentirse de haber iniciado una senda que le ha llevado a un callejón sin salida. Puig acudió a Barcelona con ese espíritu, y los medios catalanes lo recibieron con entusiasmo. Otra cosa es, claro está, si el presidente valenciano viene practicando esa apuesta por el diálogo y el consenso que ofreció en Cataluña en los cinco años y medio que lleva de inquilino en el Palau de la Generalitat. Puig se reunió con Oltra esta semana después de varios meses sin mantener contacto alguna con su vicepresidenta -tal y como ambos reconocieron-. El jefe del Consell también mantiene una relación más bien distante con la líder de la oposición, Isabel Bonig. No consta que el presidente haya mantenido demasiado diálogo con la presidenta de la Comunidad de Madrid -es justamente lo contrario-, pese a los vínculos económicos que también unen a la Comunitat con esa región. Y en el PSPV no son pocos los que piensan que dirige el partido contando únicamente con las personas de su confianza, en ningún caso con quienes compartiendo militancia se muestran críticos o recelosos de algunas de sus decisiones. La bandera del diálogo siempre triunfa. Pero con todos.
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