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Uno no es muy futbolero, prácticamente nada, aunque cuando leí este viernes la instrucción firmada por la concejala de Protección Ciudadana, Anaïs Menguzzato y por el jefe de la Policía Local, José Serrano, me acordé de la frase que escuchaba del Matador cuando el que suscribe era un crío, aquello de «No diga gol, diga Kempes». Pues yo pensé «No diga Grezzi, diga Ribó».
Esa es la conclusión a la que llego tres años y medio después de que se formara el actual gobierno municipal, tras innumerables encontronazos entre el susodicho concejal de Movilidad y algunos de sus socios de gobierno, sobre todo la Policía Local y Desarrollo Urbano, que casualidades de la vida están en manos de ediles socialistas. El ariete de Ribó, por describirlo de la manera más noble posible, sigue cumpliendo su papel a la perfección.
El episodio del músico callejero de este viernes y el decomiso de sus instrumentos por carecer de permiso es la gota de un vaso que ha rebosado hace tiempo. Todos dicen que Grezzi intentó que esto no se produjera al acudir a la plaza del Ayuntamiento, lo que él niega al único medio que ha querido atender hasta ahora (LAS PROVINCIAS nunca tiene esa suerte). Pero todos los demás dicen que sí, por lo que me cuadra cuando la instrucción policial, donde no se le menciona en ningún momento, habla al describir supuestos de injerencias recibidas por los agentes del caso de que «la intrusión estuviese liderada por alguna autoridad que quisiese arrogarse competencias y funciones impropias, adoptando posturas inadecuadas que pudieran derivar de una mera denuncia administrativa a un problema de orden público». Me cuadra.
Hace ya tiempo que rebosó el vaso y es una pena porque el Ayuntamiento ha dispuesto de dinero y oportunidad este mandato para hacer cosas muy interesantes respecto al tráfico en Valencia. Pero los temas los contamos por el número de enfrentamiento como lo ocurrido con el doble sentido en la avenida del Oeste, la anunciada peatonalización de la plaza del Ayuntamiento (hecho que provocó el cabreo más sonado que recuerdo del concejal de Desarrollo Urbano, Vicent Sarrià) o más recientemente el 'bluf' de anuncio de las cámaras de reconocimiento de matrículas en el centro histórico, donde en la Policía Local me consta que saltaron todas las alarmas por desconocer el tema antes de descubrir que en realidad las fotografías eran un montaje. Como muchas otras cosas, añado.
Cada paso que da esa concejalía, una sorpresa, como que la EMT gestione el aparcamiento de la plaza Ciudad de Brujas cuando la empresa municipal Aumsa ya tiene ese cometido. Eso sí, gestionada por un concejal socialista. O que el alcalde Ribó invitara a Grezzi a la reunión con la rectora Mestre sobre la fallida ampliación del jardín Botánico, algo que sigo sin entender si no es por lo que comúnmente se llama hacer bulto.
El enfrentamiento con la Policía Local viene de largo y ha incluido hasta multas de tráfico para el susodicho, pero al margen de las conductas tan peculiares del edil, es necesario recordar que todo lo que hace tiene antes el visto bueno de la alcaldía, su único apoyo. Los Verdes tienen un peso escaso dentro de Compromís, por lo que entiendo que el antiguo activista (así se menciona en su curriculum político como asesor en Les Corts) tiene su futuro ligado a lo que decida Ribó para la próxima lista municipal.
Queda por ver lo que ocurrirá en el próximo pleno, cuando los dos grupos de la oposición pidan la reprobación del concejal, algo a lo que ya nos hemos acostumbrado los últimos meses después de lo ocurrido con Pere Fuset en la asamblea de presidentes de fallas o Glòria Tello en el hemiciclo (esta última por partida doble). El grupo socialista va a tener muy complicado explicar su voto en contra, lo que seguramente ocurrirá para no terminar de reventar el gobierno municipal a siete meses de las próximas elecciones. Va a costar explicarlo a la ciudadanía y a los sindicatos.
A Grezzi lo tendrá que defender Ribó con la tentación para el segundo de rechazar la reprobación sin más impidiendo así el debate que se merece. Ese privilegio que da el reglamento a los alcaldes no encaja en este asunto, donde al menos hay que hacer una defensa pública de la acción de la Policía Local, que se limita a cumplir las ordenanzas. Si al artista en cuestión le cuesta acercarse a una oficina municipal para tramitar el permiso, no es culpa de los agentes. De lo contrario, al primer edil habrá que recordarle la frase «No diga Grezzi, diga Ribó».
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