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Más llamativa incluso que la salida del personaje de Samantha en la nueva versión de 'Sexo en Nueva York' ha sido la adaptación a los nuevos tiempos que necesariamente ha tenido que realizar la serie. Hace veinte años el mundo era otro y no chirriaba ... tanto el panorama que mostraba la producción de HBO, en el que la mayoría de protagonistas eran blancos y heteros. La mirada ahora debe de ser otra, mucho más diversa, porque aunque no lo parezca a veces (a tenor de lo que se debate en algunos parlamentos) el avance en algunos campos ha sido grande. Carrie, Miranda y Charlotte han regresado a un Nueva York en el que hay un abanico más amplio de identidades de género y de opciones sexuales y en el que las minorías raciales aparecen representadas.
El propio creador de 'And just like that' -así se llama esta segunda parte-, Michael Patrick King, reconocía que esta era una buena oportunidad para enmendar algunas cuestiones que en su día no se consideraron prioritarias pero que hoy llaman mucho la atención. Lo han hecho regular, a decir verdad. A ninguno de los personajes se les encuentra cómodos en estas tesituras. Carrie participa ahora en un 'podcast' en el que se habla sobre distintas maneras de relacionarse y ella, que antes era capaz de empatizar con situaciones bien dispares, ahora se escandaliza con casi todo.
Por su parte Miranda asiste a un máster que imparte una profesora negra, lo que la lleva a librar batallas contra la discriminación que no siempre tienen fundamento. No han asumido con naturalidad los cambios que la sociedad ha incorporado estos años sin problemas y todo luce bastante impostado. Solo han emitido tres capítulos. Sorpresas, eso sí, no han faltado. Veremos cuántas más tienen guardadas.
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