Urgente Aemet avanza la previsión del tiempo en la Comunitat Valenciana para el domingo 23 de febrero

Era a mediados de 1975, con Franco vivo y sin que nadie barruntara aún que su fin y el de su régimen estuviera tan cerca. ... Sonó el teléfono en la vieja redacción de LAS PROVINCIAS en la Alameda, lo cogió Manolo Navarro y, tapando el micro con la mano, le dijo a Paco P. Puche, que estaba en la mesa de al lado: «Es para tí... Creo que es una señorita». Puche cogió el teléfono, dijo el «dígame» de rigor y escuchó a renglón seguido cómo le recriminaban: «¡No soy una señorita, soy..!» Era, ni más ni menos, un inspector de Información y Turismo con mando en plaza, que requería la debida atención del periódico para que publicase el encargo de turno, enterito, tal cual y con el debido cariño.

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La confusión del bueno de Manolo se debió sin duda a que aquel funcionario tenía la voz muy aguda y aún se afinaba más a través del viejo teléfono de baquelita. Puche le aclaró de quién se trataba, porque Navarro conocía bastante bien quién era quién en los negociados de Información y Turismo y Gobierno Civil, pues se encargaba muchas noches de llevar a ambos sitios los primeros periódicos que salían de la rotativa, para que los supervisaran y dieran el visto bueno. Manolo ni se inmutó y mientras liaba un pitillo de 'Ideales' aclaró: «Pues será un señor inspector de Información y Turismo, pero su voz parece de señorita».

Eran todavía tiempos de censura, y resultaba normal que casi todos los días se tuvieran que publicar de forma obligada notas enviadas por cualquier departamento. En la prensa del Movimiento y en la de empresas privadas. Las referencias del consejo de ministros salían íntegras, con el texto literal que remitían la agencia oficial Efe y las demás; unos tostones terribles que hoy, cuando se revisa la hemeroteca, mueven a risa. Entonces también, pero con el debido recato.

De modo que lo que ha dicho la señora ministra portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, sugiriendo que los medios informativos deberían guardar espacios en los que el Gobierno contara sus cosas como gustara, no es nada nuevo, está muy inventado, sólo que son otros tiempos y al escucharlo queda muy anacrónico. Fue pauta común durante el franquismo; lo recordamos quienes, por edad, tenemos memoria histórica que al menos alcanza hasta eso. Está bien que luego intente quitarle hierro y diga que sería como informar sobre el tiempo, «para saber si mañana va a llover». No es solo eso; un popular refrán valenciano advierte: «Qué diuen els menuts en la plaça? Lo que els pares conten en casa». Por otro lado, iba a ser divertidísimo que todos pudieran valorar a diario notas gubernamentales de obligada publicación. A las redacciones llegan textos oficiales de lo más pintorescos.

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