Días pasados salieron del puerto de Valencia once contenedores frigoríficos con naranjas hacia la India. En un envío iban dos contenedores y en otro nueve. ... Es la primera iniciativa de exportación citrícola que se realiza a dicho país, y está protagonizada por diez punteras empresas comerciales del sector, coordinadas por el Comité de Gestión y con la ayuda del Ministerio y de la Conselleria de Agricultura.

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Sin embargo hay que recordar las complejas condiciones en que se realizan estas exportaciones y que su materialización, todavía en fase experimental, empieza nada menos que doce años después de que la entonces vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, anunciase a bombo y platillo (el 8 de enero de 2009) la apertura del 'prometedor' mercado indio para los cítricos españoles. Mientras tanto se han ido repitiendo recomendaciones oficiales sobre la evidente necesidad de abrir mercados alternativos, especialmente en Asia, pero ahí están los datos reales: doce años y medio para empezar en la India, China sigue mostrando una incierta variabilidad de un año a otro, y tanto Japón como Corea continúan siendo destinos muy testimoniales.

Las naranjas de España, que no olvidemos que es líder exportador de cítricos, viajan a la India, como a China, EE UU y cualquier otro país de fuera de la UE, como recientemente se ha instaurado también con Perú, aplicando un riguroso tratamiento de frío ('cold treatment') para asegurar que la fruta llegue a destino exenta de plagas. Como gran concesión se ha conseguido que el tratamiento se realice en tránsito, asegurándose de que durante el mes de viaje se mantenga entre 1º y 3, pero al menos se gana tiempo, porque aún se pretendía que todo fuera previo, antes de partir.

En cambio, todas las importaciones de cítricos y demás frutas y verduras procedentes de países terceros que invaden la UE siguen llegando sin 'cold treatment' ni controles seguros, que solo se efectúan ocasionalmente en algún punto de recepción. Pese a las múltiples incidencias detectadas cada año, no hay manera de que Bruselas entienda que al menos debe imponer a los demás lo mismo que ellos imponen a los cítricos de España. A estas alturas resulta indignante la persistencia de esta rara doble vara de medir.

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