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Directo Sigue el minuto a minuto del superdomingo fallero

Dominique se va

CUARTO MENGUANTE ·

Vicente Lladró

Valencia

Sábado, 28 de mayo 2022, 00:10

Dominique se va. Ha decidido venderlo todo y regresar a su país, Francia, de donde vino hace años con la ilusión de asentarse aquí para ... siempre, en el convencimiento de que disfrutaría entre nosotros de inmejorables condiciones de vida. Pero se ha cansado y nos ha dicho que vende sus propiedades y regresa al origen. Volverá de vez en cuando a vernos, ya solo en plan de visita, como un turista cualquiera, en su caso con la experiencia de haber vivido aquí tantos años. Se va por culpa de la burocracia. Nos repite que está harto de sufrir tanta carga burocrática en España, tantísimas trabas y complicaciones a todos los niveles, y nos lanza negros augurios de futuro, porque asegura que con tanto funcionario, tantas leyes, tantas contradicciones con las normativas, tantos retrasos y dilaciones, no se puede vivir. Y el caso es que, al escucharle, no tenemos más remedio que darle la razón, porque sufrimos ese peso como él, sin la ventaja de que al fin y al cabo Dominique regresa a casa; nosotros, en cambio, estamos en casa y, mal que nos pese, no desertamos, por más que estamos de acuerdo con lo que dice y hasta nos hace sentir culpables. La gota que ha colmado el vaso ha sido el fracaso en su proyecto de abrir un negocio en Valencia. No crean que era una gigafactoría de nada, o una industria o taller que precise trámites especiales; nada de eso, tan sólo una sencilla pastelería. Pero no ha sido capaz de superar tanto papeleo infructuoso, tanta espera inútil, tanto 'vuelva usted mañana' para encontrarse de nuevo con lo mismo y otra vez a lo de antes. Ha dicho basta y nos ha explicado que «aquí no se puede vivir; digan lo que digan por todas partes, España está muy bien para venir de vacaciones a la playa, a un apartamento de alquiler, comer paella, beber cerveza barata, disfrutar del sol... y regresar a tu país, pero que no se te ocurra emprender nada más, que te caerá todo encima». Vaticina que «así no vais a ninguna parte, porque todo se basa en el turismo, lo demás no cuenta y cualquier proyecto se eterniza en ventanillas, despachos y procedimientos on-line; estáis perdidos si no lográis que eso cambie». Para terminar de complicársele todo, en la casa de campo que compró en la Serranía tuvo necesidad de quitar un «que levantaba una pared» y casi le cuesta un disgusto monumental, «porque aquí los pinos que molestan son como las vacas en la India, sagradas aunque la gente pase hambre». Y en Francia, ¿qué, es distinto? «También hay burocracia, desde luego, pero no tanta, adónde vas a parar; la Administración deja hacer, aplaude al que quiere hacer algo, y desde luego le deja quitar un pino si amenaza su casa. Aquí, entre el Estado, la autonomía, el municipio y tantas instancias te pierdes en el laberinto».

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