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Está dulce y fresquita

CUARTO MENGUANTE ·

Vicente Lladró

Valencia

Sábado, 5 de septiembre 2020, 09:48

Y de postres qué tiene? El camarero recita la consabida lista, incluyendo natillas y flanes, naturalmente caseros. ¿Y de fruta? Melón y sandía. ¿La sandía está buena?, es la tercera cuestión del interrogatorio. Claro, está dulce y fresquita, remata el hombre. Pues traiga sandía, concluye el comensal, definitivamente convencido.

Así que tenemos que el argumento decisivo para convencernos consiste en esgrimir que está dulce y fresquita. Menos mal, pues, que no está caliente y salada, ¿no? Como se decía en aquel proverbio: con qué poco nos conformamos.

Luego nos quejamos por las equívocos y eufemismos que pueblan las campañas de publicidad, dirigidos a cautivarnos con falsas imágenes para tentarnos la cartera y camelar nuestra voluntad, aun a sabiendas de que en el trampantojo montado anda el juego de la confusión y el autoengaño. Pero en lo cotidiano también nos basta con escuchar, por ejemplo, que un elaborado lácteo es 'casero', supuestamente, para presumir que eso ya le otorga carta de naturaleza diferencial, de que es mejor, más saludable y todo. ¿Por qué? Porque es casero, que quiere decir que está hecho en casa, o sea, en la cocina del bar o restaurante. Pero ¿acaso disponen de vaca propia en la trastienda? Claro que no. Pues si han comprado la leche, ¿al menos hay garantía de que han buscado la mejor de todas, la más rica, o, por el contrario, se habrán refugiado en la más barata del súper, con tal de mejorar la cuenta de resultados? ¿Y qué decir de los procesos de elaboración? ¿Serán fetén, los más apropiados? Si puede ser casi preferiríamos natillas envasadas, de la industria con marca afamada, batas blancas y acero inoxidable, porque además conocemos de qué vaquerías acreditadas se suministra.

Pues del mismo modo que nos conquista pronto lo que nos presentan como 'casero', o con fórmulas y procesos 'artesanales', o bajo la receta 'de la abuela', o con la vitola de lo más natural pero siguiendo las pautas de ultimísimas tecnologías, que vaya paradoja, despierta nuestra apetencia un melón que nos anuncian del terreno (¿de qué terreno?) o esa sandía que está dulce y fresquita. Luego, el melón igual es un pepino, con lo sencillo que resulta hoy en día encontrar melones de notable para arriba, aunque no sean del terreno ni de km 0, que eso ya pasó de largo, o sandías que sean algo más que un trozo de esponja vegetal empapada de agua fresca con colorante y diseño. Encima impera el modelo sin pepitas y de tamaño reducido, cuando cualquiera que pise aún el terreno sabe que las mejores fueron aquellas de pulpa roja y gruesas semillas y recordará que con las pequeñas hacían los niños festivos 'fanalets'.

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