Secciones
Servicios
Destacamos
Para echar de menos a alguien antes ha habido que echarle de más. Porque lo contrario es la indiferencia y esa nadie la añora. Durante unos meses hemos estado separados de algunos de nuestros seres queridos, como si de una prueba sádica se tratara, para valorar el grado en que sentimos la ausencia de unos y de otros y cuánta falta nos hacen. Poco a poco los hemos ido recuperando. Somos los mismos, pero las circunstancias han variado. Nos reunimos y aunque el cuerpo nos pide abrazos, el cerebro emite una orden para que no tengamos contactos directo. Aunque deseemos caricias, besos y muestras de afecto, el virus las ha dejado de momento fuera de juego.
La última barrera se abre hoy, la que nos impedía acudir con aquellos que viven a cientos de kilómetros. Hemos recorrido con la mente, durante este tiempo, esas vías de tren que nos acercaban a ellos, esas carreteras que estaban cerradas, ese espacio aéreo inutilizado. Eran los caminos que antes andábamos sin detenernos a pensar en lo que significaban y que ahora usaremos con los nervios que producen los reencuentros, con ese cosquilleo difícil de controlar -pero gustoso- que aparece cuando te citas con quien te importa. Con alguien a quien has echado de menos. Y que muchas veces anteriores echaste de más. Hemos reflexionado sobre ello.
Sentiremos que qué bien volver a estar. Que parece que fue ayer, pero no, no fue ayer. Y que cuántas conversaciones quedaron pendientes y ahora no sabemos ni por dónde empezar. Si para algo bueno debería servir esta pandemia, que nos ha mantenido a todos encerrados, es para olvidar las diferencias que un día nos distanciaron, los malos entendidos que no supimos resolver, los enfados que no fuimos capaces de controlar. Y para distinguir aquello que merece la pena de lo que no. A los que importan y a los que nos ayudan a sumar frente al resto. Tendremos que proteger bien a esos y dejar de lado a los que obstaculizan o a los que simplemente no nos aportan. A los que no hemos echado de menos porque nunca antes les echamos de más.
Regresaremos a las familias, a los amigos, a las relaciones inconclusas, a los compañeros de trabajo que han sido virtuales durante demasiado tiempo. Volveremos a los nuestros, a los que queremos. Tal vez hemos necesitado una crisis de desproporcionadas magnitudes para entender y valorar qué es eso. Porque lo mismo que hemos dedicado horas a ordenar libros, discos y trastos viejos ha sido bueno poner orden entre las ideas y los sentimientos, aunque no fuésemos conscientes de ello, abstraídos por las cifras y la avalancha de noticias.
Vamos a cruzar puentes, a surcar mares, a atravesar montañas, a recorrer ciudades, a conducir horas para volver a estar con los que nos interesan, para recuperar las rutinas, para acumular experiencias que nos hagan ser lo que éramos. Para que llegue un día que volvamos a echar de más.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.