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El reciente fallecimiento de Eduardo Primo Millo nos ha hecho más presente todavía quién fue este hombre comprometido con la causa agraria, este ingeniero agrónomo ... e investigador que ocupó además cargos públicos donde desplegó trayectorias de gratísima memoria, por su eficacia y cercanía, y se ganó el respeto de todos.
Hay un hecho que demuestra de forma palpable quién era Eduardo y hasta dónde alcanzaban sus conocimientos, su enorme valía y humanidad y su magnífico hacer en terrenos de investigación agronómica y de gestión de políticas públicas agrarias: fue director general en la Conselleria de Agricultura durante 15 años y, sucesivamente, con cinco consellers y conselleras de tres partidos políticos diferentes: PSPV-PSOE, UV y PP. Seguramente muy pocas personas -en nuestro entorno quizás ninguna otra- ostentan tal mérito, lo que prueba que, por encima de todo, las actuaciones de Eduardo en sus cargos estuvieron siempre presididas por la solvencia y el afán de servicio público, contribuyendo de forma incansable a resolver problemas y a facilitar las cosas de la mejor manera, eludiendo en lo posible cargas burocráticas que retrasaran decisiones urgentes. Aunque no lo dijera, porque otra de sus virtudes era la discreción y el empeño de imprimir aires de modestia a todo lo que hacía, quienes lo tratamos en directo durante tanto tiempo sabíamos que tenía como idea permanente la de servir al sector agrario valenciano y a la ciudadanía, al margen del color político del momento al frente de la Generalitat. Y por eso lo pusieron y mantuvieron en el puesto de Director General de Innovación y Desarrollo Agrario José Mª Coll, Mª Ángeles Ramón-Llin, Gema Amor, Juan Cotino y Maritina Hernández, que sucesivamente encabezaron la Conselleria del ramo. Sólo hubo un pequeño paréntesis en 1999, cuando la crisis interna de UV hizo conseller a Salvador Ortells, quien no confío los cargos a quienes estuvieron con su antecesora, Ramón-Llin, que pronto volvería con el PP. Durante aquel corto periodo volvió a sus tareas de vocación investigadora en el IVIA, a donde regresaría en 2008 y sería director en 2013, hasta retirarse por enfermedad. Destacados son sus trabajos en áreas del cultivo citrícola, fertilización, fisiopatías, plagas y enfermedades..., de los que quedan más de cien publicaciones científicas; así como su intensa participación en el Plan Agroalimentario Valenciano, que dirigió en 1994 el conseller Coll, y cuyos postulados siguen vigentes en muchísimos aspectos.
Descanse en paz el amigo sabio, de quien queda un gran recuerdo en todo el sector agroalimentario, donde Eduardo imprimió una huella indeleble.
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