Así ha quedado el bingo de Valencia arrasado por el incendio

Hasta para los pocos expertos que quedan en la ancestral técnica de las cabañuelas resulta cada vez más complicado predecir el tiempo. «El clima ya no es normal». Lo reconoce un sabio en la materia como Pedro Sanz en el vídeo 'Barruntaremos' que la artista ... Asunción Molinos ha realizado para la Fundación Thyssen-Bornemisza Art Contemporary. Este pastor segoviano jubilado estudia las alteraciones del vuelo de las aves, las hojas de los árboles, las ovejas o el cielo y se fija sobre todo en los cambios atmosféricos de los primeros días de enero o agosto para elaborar sus pronósticos. En eso consiste este método único que se ha transmitido de generación en generación desde la época en la que no había satélites para anticipar las lluvias o las nevadas. Inquieta escuchar a alguien como Pedro Sanz que lleva años interpretando las señales de su entorno presente para anticipar la meteorología del futuro. Porque lo que augura no pinta bien. Advierte de que la emergencia climática está distorsionado el libre albedrío de la naturaleza. «Como siga así no sé cómo acabaremos».

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La sabiduría de Pedro Sanz debería estar incluida en el demoledor informe preliminar del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicado por la AFP. Este organismo asesor de la ONU asegura que las catastróficas consecuencias provocadas por décadas de contaminación por carbono serán inevitables en los próximos 30 años: escasez de alimentos, sequía prolongada, olas de calor extremo, desastres naturales... No podemos pedirle al planeta que pulse 'pausa' en la cuenta atrás que el ser humano puso en marcha con las emisiones descontroladas de CO2 mientras se determina qué hacer y cómo hacerlo en un sinfín de sempiternos simposios internacionales. Hay que tomar decisiones y aplicarlas. Es inexplicable que el Acuerdo de París se firmara en 2015 pero su aplicación efectiva no llegase hasta 2020. Aún así este pacto, repleto de ambigüedades, no estableció ni años ni cifras límite para recortar las emisiones. Tampoco sanciones. Se deja a la buena fe de los adscritos que lo han ratificado que hagan lo posible para mantener el calentamiento global de la Tierra muy por debajo de los dos grados. A estas alturas, ninguno de los planes presentados alcanza ese objetivo. Este acuerdo se ha topado con el mismo muro que sus predecesores: la inacción por falta de voluntad de los gobiernos. Los firmantes siguen replanteando sus proyectos porque están lejos del recorte de emisiones necesario. Ahora miran a la cumbre de Glasgow en noviembre. Habrá más reuniones y más informes. Y mientras... tictac.

«No hemos hecho lo suficiente». Así de contundente se mostró Angela Merkel en su última comparecencia en el Bundestag como canciller, sobre la desidia de la comunidad internacional en este asunto. Lástima que la única líder que hace autocrítica vaya a abandonar la política el próximo otoño.

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