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Daba mucha pena escuchar el discurso de la estudiante universitaria que ayer, de forma libre y desahogada, decidió aprovechar el tiempo de intervención que le ... habían asignado como alumna ejemplar para atacar desde la tribuna de oradores a Isabel Diaz Ayuso. Lo hizo, como es lógico, con completa libertad y empleó sus casi tres minutos de gloria en reventar desde dentro, agarrada al atril, el acto de entrega a la presidenta madrileña del título de alumna ilustre. ¡Menos mal que no era de doctora honoris causa!
Me pregunto cómo es posible que, siendo tan joven, haya sido capaz de acumular tanto enfado, rabia y rencor como destilaban sus palabras. Esto es, a mi juicio, lo realmente preocupante de lo que ayer pasó, porque todo lo demás -algarabía incluida- estaba tan cantado como que el día tiene 24 horas y unos cuantos segundos menos, porque como ya saben, la tierra empieza a revertir el sentido del giro y eso nos resta tiempo. Cosas de la ciencia.
Pero a lo que iba, pese a que era la crónica de una muerte anunciada, Ayuso hizo bien en ir y no dejar de asistir sabiendo de antemano a lo que se enfrentaba. Si o si iba a haber lío en la Complutense porque si quien asoma la nariz por la universidad es un tipo de izquierdas, no lo duden, será recibido como un héroe y aclamado como un santo varón de indiscutible aplauso. Pero, si por el contrario es alguien del PP o similar, el jaleo está asegurado. No le librará nadie de escuchar insultos, pitidos, abucheos e improperios de todo tipo y condición. Como le paso ayer a Isabel Diaz Ayuso. La presidenta madrileña, que lo es porque sus conciudadanos la han votado, mereció ayer más respeto y educación en sentido proporcional como el que ella brindó con su asistencia. La joven estudiante se empoderó de muy malas maneras, se confundió de escenario y sus palabras estaba fuera de lugar por su contenido y por las formas. En cualquier caso, existe una doble vara de medir y no se califica igual a quienes protestan si sus críticas van dirigidas a unos políticos o a otros.
En Valencia hemos perdido la costumbre a este tipo de saraos cívicos y hace tiempo que no asistimos a ninguno similar, sencillamente, porque el PP no gobierna. Pero los hemos tenido y mucho me temo que volverán en poco tiempo. ¿Recuerdan los salvem? Hubo un tiempo, en especial en la época de Rita Barberá y Francisco Camps, en el que los salvem crecían como por esporas. No serían todos iguales pero la forma de funcionar si respondía a una operativa parecida: camisetas, altavoces, pitos y tiempo más que suficiente para perseguir al político de turno. La intensidad variaba cuanto más cerca estaban las elecciones y hasta evolucionaron las formas de protesta con escraches más que sonados. ¿imaginan que surgiera ahora uno que canalizara, por ejemplo, el malestar existente respecto de la gestión del tráfico en la ciudad?
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