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Engañabobos con pantalla verde

ROSEBUD ·

Antonio Badillo

Valencia

Lunes, 31 de octubre 2022

Como el chiste: ¿En qué se parecen Homer Simpson y Nostradamus? Pues en que ninguno de los dos tiene pajolera idea de lo que se trae entre manos. Hambre, guerra y anarquía, vaticina para 2023 el monigote amarillo, además de que la diñará Donald Trump. « ... La miel costará mucho más que la cera de las velas, tan alto el precio del trigo», augura el gafarrón gabacho con sus infaustos acertijos. ¿Insolvencia o mala fe?, les preguntaría nuestro presidente, eje de la resistencia contra quienes juegan con el miedo. Porque lejos de tanto cenizo, él y su séquito de quirománticos han sabido leer las rayas del destino para arrancarle la verdad de un futuro espléndido, a prueba de incrédulos, que también se rieron del pulpo Paul cuando pronosticó el triunfo de España en Sudáfrica y, waka waka, así terminó la cosa. Estamos en franco crecimiento, digan lo que digan BCE, OCDE, Banco de España o AIReF, otros agoreros de medio pelo dale que te pego racaneando decimillas. En un año se creará medio millón de empleos, a escote unos 50 por hora, y no acaba ahí la fiesta. Los pocos, porque serán pocos, que sigan en paro cobrarán más a partir del sexto mes de prestación, y a esa ayuda se unirán cien eurillos para las madres con hijos pequeños -pocas, también van a ser pocas- que continúen sin trabajo. Subirán pensiones y salario mínimo, se subvencionarán trenes y alquiler juvenil igual que hoy los dieciochoañeros pueden regalarse videojuegos, los funcionarios verán protegido su poder adquisitivo y de no ser por la bancada de la derecha, cagüendiez qué agonías, también los diputados pillarían su miajilla de subida salarial; aunque mejor así, no sea que a alguno venido arriba lo cace el radar del impuesto a los ricos. ¿Y en el levante español? Buen tiempo, repantigados a la espera de que Gobierno y Volkswagen cierren su zoquillo o lleguen los 600 millones para la Albufera, que estarán al caer, pues a lo tonto ya tenemos cinco. Pelas al margen, encaramos un mundo mejor y entre tanta buenaventura hasta el sofoco del Poder Judicial importa lo justo. No harán falta ni jueces. Fíjate que el delito de sedición se penará con un «cara a la pared», dado que nadie volverá a violentar la ley por ese camino, e incluso el día menos pensado la patria de Aramburu o el purgatorio de Sistiaga saltan al pasillo de la ciencia ficción, ahora que ya duerme en el terruño el pistolero que asesinó a Miguel Ángel Blanco precisamente por la negativa de un pueblo a acceder al acercamiento de presos. Recelad por tanto de los aguafiestas y disponeos a comer perdices. Lo decía mi abuela, «desconfía de las apariencias, Antoñito», y ha tenido que venir Ribó para darle la razón y probar que los nubarrones tapan una solana de aúpa. Siempre le vi al alcalde un parecido con Hannibal -no refunfuñe que era el guaperas del Equipo A-, y ahora confirma su vocación cinematográfica al colocarnos la pantalla verde, como hacen los estudios cuando quieren recrear un mundo que no existe. Tanto criticar los árboles que se colaban por las ventanas y a la postre todo era hábil marketing municipal. ¿Porqué conformarse con muebles de pino pudiendo tener el pino entero por tresillo? Y encima te premian. Bien por los augures del buen rollo, Sánchez, Puig, Ribó y toda la troupe, y que nadie diga que su flor es de plástico.

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