El nuevo PP de Mazón ha decidido recuperar las críticas incorporadas a la sentencia del exmarido de la vicepresidenta del Consell. A las dos sentencias. ... Pide explicaciones en relación a esos reproches jurídicos a Oltra, líder de una coalición feliz cuando la Justicia le da la razón, como no podía ser de otra manera (así han interpretado la absolución de Trenzano), y descalificadora cuando no se la da (en la mencionada condena al educador social, sin ir más lejos, o cuando la propia Oltra instaba al titular de algún juzgado a que se presentase a las elecciones si quiere jugar a la política). Compromís hace suya la posición de la fiscalía sin ninguna objeción (Trenzano, again) y da carta de naturaleza a una larguísima instrucción (en casos de corrupción del PP), o lo cuestiona todo en función de un criterio algo marciano como es el de «lo que es explicable y lo que no lo es»... para ellos.
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Así las cosas, el PP le aprieta las tuercas a Oltra. Ciudadanos y Vox se suman. Estos días le hemos visto los dientes a la vicepresidenta. Los enseña. Y están apretados. Son dos cosas distintas, enseñar los dientes y apretarlos. Estar ocupado y preocupado. Oltra los enseña para defenderse atacando (a Vox: «Ni usted ni su grupo me van a hacer a mí bajar la cara»... al PP: «Son muy osados ironizando sobre los congresos después de ver los suyos en Valencia»), se ocupa y los aprieta; pero le preocupan otras cosas.
Oltra debió de darse cuenta que Podemos en la Comunitat está muerto en junio de 2015, cuando los morados decidieron dos cosas: no entrar en el Consell (en aquella primera legislatura; en 2019, sí) y no sumar votos con ella para quitarle a Puig la Presidencia. Se borraron, al margen de que tuvieran más o menos razón para ello. Ahí comenzó Oltra a pensar qué pasaría cuando pasase lo que pasa ahora: que Podemos tiene cara de Esquerra Unida; o sea, que si entra o si no entra en Les Corts. Nunca cerró del todo la puerta a un pacto electoral. Ni siquiera cuando lo hicieron los suyos. En la coalición hay muchos idealistas, como en todos los sitios, que quieren seguir haciendo sus políticas públicas. Eso es el espíritu. Luego está la materia. Es decir, 400 puestos o más, solo en la Generalitat, que dependen de seguir en el poder. Yolanda Díaz quiere los votos de Compromís en Madrid, y Oltra los votos de Podemos en la Comunitat. Les va la vida en ello. La vida, literalmente, esa que comenzaron a construir sus altos cargos al filo de los 30 años, sin demasiado bagaje profesional previo. Esa vida ahora hipotecada y con hijos, colgada de sueldos que rondan los 50.000 euros al año. En el antiguo Bloc no lo ven, creen que todo seguirá igual, y eso a Oltra le preocupa y le hace apretar los dientes... y de paso los enseña.
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