De la entrevista de Oltra al juicio de Fuset
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La exvicepresidenta y el edil se convierten en protagonistas por la reaparición y el caso ViverosMónica Oltra reapareció de manera definitiva el domingo. Tras su charla en Ca Revolta y la presentación del libro de Nomdédeu, la exvicepresidenta necesitaba y buscó un escenario de repercusión nacional. En una de esas charlas, comentó que llevaba cinco meses sin leer la prensa y que le había sentado muy bien. Así que vacunada de los periódicos decidió irse a la televisión, a Salvados, en La Sexta. De entrada, no parece lo más adecuado conceder una entrevista -con los riesgos que supone toda exposición a un periodista- cuando existe una investigación en curso. Pero todavía resulta menos conveniente hacerlo mientras se mantiene una pieza en secreto. Pese a todo se lanzó la vicepresidenta que quizá ignora ya las recomendaciones de sus letrados. La reinserción social de Oltra se está produciendo sin un objetivo claro o al menos conocido. ¿Qué pretende la exconsellera? ¿Reivindicarse personalmente? ¿Para reintegrarse en la vida pública en un tercer o cuarto escalón? Quizá se trate sólo de una muestra de orgullo salpicada por la desesperación o impotencia. ¿Pero era el momento? Oltra se esforzó por cultivar la imagen de una ciudadana más, que cobra el paro, que cocina y que hace tareas de albañilería en casa, encantada con sus perros y que no tiene complejo ninguno de trabajar como soldadora, según deslizó. La verdad, la estrategia resulta desconcertante. No sé qué pudo sacar de positivo de la entrevista más allá de volver a situarse en el foco. De ser víctima de halagos y críticas en las redes y de que se cuestione su derecho al paro. Más lío alrededor de Oltra, siempre cómoda en aguas revueltas. El contenido, la realidad, es que no deparó novedades. Oltra calcó prácticamente su declaración judicial, pero aprovechó para arremeter contra la extrema derecha, la manipulación de la víctima y cómo los operadores jurídicos han creído ese relato. No concretó más para no pasarse de frenada.
Pere Fuset es el otro protagonista de la semana. Mientras Oltra copaba el prime time, el edil de Compromís aguardaba, nervioso, el juicio de Viveros. Sabía de la posibilidad de un acuerdo de las aseguradoras -él sostiene, en cambio, que lo desconocía- que se iba a materializar, salvo sorpresa mayúscula, el mismo día de la vista. Nadie discute que el caso se ha cerrado sin responsabilidad penal del político, pero también merece recordarse las circunstancias que han desembocado en este desenlace. La familia de la víctima retiró la acusación contra el edil cuando se aseguró 320.000 euros de las aseguradoras. Y de esta cantidad, 60.000 corresponden a la póliza del Consistorio. En definitiva, no ha existido un análisis de un juez sobre los hechos por más que Fuset presuma de un auto de otro juzgado que recoge consideraciones sobre las gradas. Su tesis, que eso hubiera invalidado la acusación, es un producto de ciencia ficción. En cualquier caso, bien está lo que bien acaba. Creo que nadie, ni siquiera en la oposición, deseaba otro final para Fuset. Una de las caras más amables de Compromís; un tipo apreciado incluso fuera de la coalición.
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