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Errores, gazapos y maldades

GRANDES ALMACENES ·

En el concurso 'El cazador' hicieron días atrás una pregunta de tema ajedrecístico. La metedura de pata de los guionistas fue tremenda

Lunes, 27 de junio 2022, 00:10

En mayo de 2007, compartiendo mesa en el restaurante Cami Vell de Alzira, le pregunté a un adolescente Magnus Carlsen: «Cuando ve partidas de ajedrez en el cine, ¿qué opina?». El actual campeón del mundo, con su carácter sosegado, dejó pasar unos segundos y ... tras esa pausa respondió de modo contundente: «En todos los casos me aborda la sensación de que los responsables de la película no tienen ni idea del ajedrez».

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En la telesuele pasar lo mismo. El pasado lunes, en el concurso de TVE 'El cazador' y que se emite por las tardes, le preguntaron a un concursante: '¿Cómo se llama en ajedrez el mate que consiste en estrechar al rey sin darle jaque, para que no tenga donde moverse?'. Las posibles respuestas que aparecieron en pantalla fueron: 'Encarcelado (A), 'Ahogado B' y 'Amordazado' (C).

Empecemos por los términos utilizados. 'Estrechar al rey', 'encarcelado' y 'amordazado' son expresiones ajenas al ajedrez. Nadie solvente las utiliza. El concursante eligió la opción correcta ('ahogado'). Pero el problema estaba en la pregunta, no en la respuesta. Cuando se ahoga al rey adversario no hay mate que valga. En esos casos, la partida es tablas. Medio punto para cada jugador. Los ajedrecistas y los federativos están extrañados ante esos reiterados errores: «¿Por qué no nos preguntan a nosotros?», se quejan. La confusión entre lo que es un 'mate' y lo que es un 'ahogado' no tiene excusa. Si no conocen las reglas básicas del ajedrez, más vale que callen. La metedura de pata de los guionistas fue tremenda.

Esta desidia respecto al mundo del ajedrez ocurre también en las películas e incluso en 'Gambito de dama', la excelente serie de Netflix. Los errores son duros y tercos. Pero hay diferencias notables entre un error y un gazapo. Los gazapos suelen ser divertidos e incluso creativos. Hace décadas, en la reseña de un partido entre España y Dinamarca, apareció la siguiente frase: «El guardameta danés Larsen propició, con un falo monumental, el primer gol de Pirri». Una ele de menos cambia todo el sentido de la narración.

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Me centro ahora en las maldades. Para ilustrar ese apartado no recurriré a Adriana Lastra, vicesecretaria general socialista. Las cosas que dice Lastra más que maldades son torpezas nacidas de un sectarismo asustado. Para representar la Maldad en su efervescencia natural elijo palabras de una actriz famosísima, Joan Crawford, que hablaba así de George Cukor, uno de sus directores preferidos y con el que hizo varias películas. El comentario de la Crawford se publica en el libro 'George Cukor', de Juan Julio de Abajo.

«¿George Cukor? ¡Ese sí que sabía cómo tratarte!», dijo la Crawford en medio de una borrachera y bastante alejada ya del cine y de Hollywood. «¡Qué gran tipo, George Cukor! ¡Qué pena que las mujeres solo le interesaran en el escenario o en el 'plató'! Ya no quedan directores de actrices como el 'refinado' de George». Lo de 'refinado' es la puñalada final.

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La Crawford era una mala fenomenal. De sus ojos salían rayos y de su boca, culebras venenosas. Lo supieron por experiencia propia soberbias actrices que trabajaron con ella: Bette Davis en '¿Qué fue de Baby Jane?' (Robert Aldrich, 1962) y Mercedes McCambridge en 'Johnny Guitar' (Nicholas Ray, 1954).

Digámoslo todo: miss Davis y miss McCambridge tampoco fueron unas santas.

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