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ESCOLA, ACPV Y EL MICALET

Belvedere ·

Pablo Salazar

Valencia

Martes, 20 de febrero 2018, 09:48

El nacionalismo valenciano, que por primera vez en su historia gobierna las instituciones desde mayo de 2015, trata de articular un proyecto de construcción nacional, al estilo Pujol en Cataluña, tanto desde los despachos oficiales como desde diversas instancias de la sociedad civil. Su extensión fuera de consellerias y concejalías se llama Escola Valenciana, Sociedad Coral El Micalet y Acció Cultural del Pais Valencià. Las tres entidades son ahora generosamente subvencionadas con el maná público que fluye desde la Generalitat, la Diputación de Valencia y el Ayuntamiento de la capital. Y en cualquiera de las tres es posible encontrar, sin excesivo esfuerzo, simbología, actividades, publicaciones e iniciativas políticas, sociales y culturales en favor de ese proyecto nacional para el que trabaja Compromís. Es en estas tres asociaciones donde se habla con absoluta normalidad de los països catalans, donde se da apoyo al proceso soberanista catalán o donde incluso se da cobijo a partidos casi residuales que impulsan la organización «en el Pais Valencià» de una estrambótica consulta estatal sobre monarquía o república. La presencia de cuatribarradas catalanas, cuando no de esteladas independentistas, en algunos de sus actos, la firma de convenios de colaboración con entidades catalanas o la adhesión a acciones de solidaridad con lo que para ellos son «presos políticos», mientras para la inmensa mayoría de los españoles son políticos presos, también forma parte de su día a día.

Aunque Compromís intente no asustar a sus potenciales electores, su ADN es nacionalista, si bien en su seno conviven soberanistas con excomunistas y ecologistas. Pero lo trágico de todo este asunto es que la política de subvenciones y de sostenimiento de todo este entramado civil se realiza no sólo por decisión directa de la coalición de Oltra y Ribó sino gracias al visto bueno del PSPV y de Podemos, partidos de izquierda que dan cobertura a entidades nacionalistas. No es en todo caso la Comunitat Valenciana el único territorio donde se está registrando un proceso similar. Baleares lo padece con mayor intensidad, tal vez porque en su caso los socialistas en el poder no se limitan a ser meros -y cómodos- espectadores sino que por medio de su presidenta, Francina Armengol, se han puesto a liderar la construcción nacional. Es la esquizofrenia de cierta izquierda en España, a la que le producen urticaria los símbolos nacionales, desde la bandera al himno, y sin embargo abraza con fervor los de las regiones, pretendiendo ser más nacionalistas que los propios nacionalistas. El PSPV consiente en financiar y fortalecer a unas organizaciones que trabajan para un proyecto que excede los límites de la Constitución española y del Estatuto de autonomía valenciano.

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