De los dos grandes servicios públicos de una sociedad, educación y sanidad, ésta última gestiona el fracaso mientras la escuela, la esperanza. Dan igual las innumerables batallas que ganes, la sanidad perderá siempre la guerra frente a la inevitable muerte inherente a nuestra vida. No ... se entienda como una crítica a la gestión sanitaria, sino solo la conciencia de que curar es postergar. En cambio, la escuela es esperanza y su sustantivo es el acierto, y por ello nos obliga al inconformismo la mera existencia del llamado fracaso escolar. De hecho, lo que se llama fracaso en la educación es no llegar al mínimo, quedarse corto, porque se educa siempre hacia delante.
Por tanto, cuando LAS PROVINCIAS convoca a la sociedad civil para reflexionar sobre el futuro de la Comunitat -'Somos futuro'-, la escuela se debe sentir apelada, porque es la principal institución del presente que ya se ubica en los años venideros. En cualquier listado de conclusiones o estrategias que se centre en el futuro de una sociedad, las reflexiones educativas tienen una cabida relevante. Cualquier camino que tracemos pasa por las aulas.
Por eso, e independientemente de dónde ubiquemos el norte para nuestra brújula, lo primero que hay que proponer es el refuerzo presupuestario que, mientras no se resuelva de manera aventajada la infrafinanciación valenciana, el refuerzo en realidad es un esfuerzo, un sobreesfuerzo. La Generalitat, desde hace décadas, es de las administraciones autonómicas que mayor porcentaje de su presupuesto dedica al sistema educativo, pero no somos de los que más invertimos. Es cosa del denominador. Desgraciadamente, es el descenso de la población escolar lo que nos permite incluir algunas mejoras. Menos niños toca a más por niño. Pero este descenso es un futuro oscuro para la escuela y para la sociedad.
Dos hechos educativos actuales cimientan ese futuro al que aspiramos. Por lo bajo, en cuanto a edad, la generalización de las aulas de dos años por el avance en su gratuidad y oferta. Se ha optado por un modelo de institucionalizar los primeros años de crianza, lo que socialmente afecta al modelo de conciliación que buscamos, una visión que prioriza los padres como trabajadores -facilitándoles la escuela temprana- y no como cuidadores, fomentando la exención laboral extensa. Desde la perspectiva educativa, la escolarización temprana es positiva, sobre todo, desde el punto de vista de la equidad. Es decir, es especialmente positiva en los entornos familiares con menor nivel formativo, y su retorno social es mayor que el personal (en contraste con el nivel universitario que a quien más beneficia es al que lo estudia).
El otro hecho educativo que es intrínseco al futuro sobre el que se reflexiona en 'Somos futuro' es el desarrollo de la Ley de Formación Profesional, en su doble objetivo de elevar el nivel formativo de nuestros jóvenes y el de la especialización laboral que requerirá ese próximo modelo productivo. Hay que evitar ser un territorio de jóvenes sobrecualificados sin oportunidades laborales ni clústeres económicos que no encuentran mano de obra especializada.
Ah, pero el debate sobre la escuela está en la obligatoria, en la Primaria y la ESO que queremos y si los cambios ministeriales y autonómicos debilitan el aprendizaje de los alumnos. Tanto los conocimientos como las habilidades personales y sociales, sustituyéndolos por el 'felicismo' y la transmisión partidista de valores. Sin elevar nuestros mínimos y aspiraciones para la escuela y los escolares, ese futuro sobre el que queremos reflexionar llegará endeble.
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