Iván Arlandis

Escuelas estresadas

EL ESTADO DE LA EDUCACIÓN ·

Las bajas y las aulas confinadas aumentan, a pesar del protocolo más laxo. Los centros amanecen cada día con una nueva incertidumbre. Son semanas complicadas

PABLO ROVIRA | DELEGADO DEL PERIÓDICO MAGISTERIO EN LA COMUNITAT

Martes, 25 de enero 2022, 00:08

Tantas clases confinadas como hace un año, durante la tercera ola, con la diferencia de que los criterios actuales de aislamiento son más laxos, lo que da idea de la incidencia de positivos por Covid-19 en los centros. Los colegios están estresados, comenzando con ... los equipos directivos que cada mañana amanecen con nuevas incertidumbres. También los profesores, diezmados por las bajas que apenas da tiempo a sustituir, si se encuentran candidatos. Por supuesto las familias que, con los actuales protocolos que priorizan la asistencia laboral, tienen algo más difícil que entonces el quedarse en casa para cuidar a su hijo confinado. Por último, aunque son el centro, los niños, ya a estas alturas acostumbrados a dejarse llevar por la decisión de los adultos de si van a clase o se conectan al ordenador.

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Más del 6% de los alumnos está confinado y casi el 5% del profesorado. Alrededor de 50.000 estudiantes entre positivos y aislados que estudian online esta semana, y menos profesorado, porque la variante ómicron ha disparado las bajas laborales. E, insisto, a diferencia de lo que ocurría el año pasado, con protocolos más laxos, lo que significa que el número de positivos es más extenso y que la vida está más normalizada. Es decir, hay menos teletrabajo, hay más actividades laborales y sociales, la evaluación excepcional que impuso el coronavirus ya no está vigente, etcétera.

A esto se suma, como comentábamos hace un par de semanas, la autogestión que establecen los nuevos protocolos, que no solo son más laxos sino que deja en manos de los centros, de los trabajadores y las familias, las decisiones. De alguna manera, se ha 'privatizado' la detección de positivos al dar validez sanitaria y laboral, por la vía de los hechos, al test de antígenos que uno pueda comprarse en la farmacia.

En resumen, manda cierto aire libertario de tirar para adelante y con la mejor buena fe organizar los recursos y el curso como buenamente se pueda. Ante esta situación, la conselleria ha aceptado aplazar -que no reducir- la carga burocrática de los docentes, con el contexto tan propicio para sacar las tijeras y recortar el papeleo.

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A estas alturas, tras dos años de pandemia, el aprendizaje online de los niños confinados debiera estar normalizado y aspirar a ser de calidad. Quizás el mayor problema actual en términos digitales no sea el deterioro del aprendizaje sino los nuevos hábitos adquiridos durante este periodo en el que los niños han accedido y pasan más tiempo a los dispositivos. Las tecnoadicciones ya eran un problema y ahora se disparan, porque hasta en lo bueno, ir a clase, necesitamos que se sienten frente a un ordenador, a edades más tempranas y durante más tiempo.

La escuela está pasando unas semanas complicadas porque no es nada fácil gestionar el momento y, de nuevo, al profesorado se le pide un sobreesfuerzo emocional de convivir en clase con casos positivos para mantener las aulas abiertas lo máximo posible y con la menor incidencia en el aprendizaje. Y ello, en la práctica, con menos personal al aumentar las bajas. No es nada fácil, se da por descontado, y a lo que se aspira es a que no sea nada grave, es decir, que los contagios den lugar a cuadros leves y asintomáticos, que uno entiende que es lo que ha llevado a las autoridades a relajar los protocolos. Es de lo que se trata y lo más importante, cuidar la salud en este momento de expansión. Lo otro, la logística y organización escolar y familiar, es una molestia, una gran molestia imprevisible, pero hay que vivirla con paciencia y flexibilidad para adaptarnos.

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