Borrar

Más España

BRuno fernández Terrasa

Martes, 7 de julio 2020, 08:14

No creo que la decisión de Juan Roig de incluir «España» en el largo nombre compuesto con el que ha bautizado al futuro pabellón multiusos, que va a construir poniendo doscientos veinte millones de euros, se deba tanto a motivaciones ideológicas como a mercadotécnicas. Con tal denominación, cualquier empresa española de eventos o espectáculos que busque proyección, se verá atraída por esa plataforma cuyo nombre coincide con el de la nación y la percibirá como un trampolín internacional. Sí, el presidente de Mercadona se siente tan español como valenciano; y no hace falta que lo declare, basta con observar la logotipación de cualquier entidad relacionada con él. Aprecie la dualidad vexilológica -constitucional y estatutaria por otra parte- del logo recién estrenado del propio complejo deportivo o de la fundación para el mecenazgo deportivo que lleva su nombre. Es por esta razón que el empresario valenciano no se enreda con los melindres propios de los pusilánimes cuando de asegurar el éxito de sus proyectos se trata. Como acertadamente señalara el reciente editorial de este periódico titulado «Un pabellón para España», el magnate de la distribución alimentaria participa del sentimiento mayoritario de los valencianos; un sentimiento que choca frontalmente con los intereses de los que, por ejemplo, son incapaces de llamar «valenciana» a esa «llengua pròpia» que dicen defender. Ahora bien, también es cierto que se produce a este respecto un fenómeno que recibe menos atención por su delicadeza: el asimiento de una gran parte de los valencianos a su españolidad como rechazo a la catalanidad impuesta. Cuanto más español, más valenciano y menos catalán. Este fenómeno espontáneo irrita tanto al catalanismo gobernante como al valencianismo más próximo a los planteamientos nacionalistas. Resulta inútil negar que son muchas las ocasiones en las que no existe una reciprocidad de lealtades, pero no debemos olvidar que las infidelidades provienen de los sucesivos gobiernos centrales ocupados por funcionarios de partido, trileros entregados al mercachiflismo parlamentario, y no desde la colectividad nacional que conceptúa la idea histórica y política de España. El poder económico valenciano y las clases populares no viven enfrentados a la hispanidad, lo que algunos podrían considerar ingenuidad. Pero cuanto más adentro del corazón burgués de la capital, más banderas nacionales cuelgan de los balcones. Al contrario que en nuestra vecina Cataluña, el españolismo acentúa su expresividad en las clases altas y en las profesiones liberales. Para espanto de progretas, toda una legión de «Cayetanos».

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Más España