En España también faltan camioneros
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La falta de camioneros no es exclusivo del Reino Unido. Allí reviste una especial gravedad acentuada por el Brexit, pero la escasez de transportistas afecta ... a toda Europa y amenaza con cronificarse cada día más. El caso británico, cuyas consecuencias de desabastecimiento conocemos a diario, debería servir de ejemplo para que en los demás países se anticiparan medidas que, por ahora, brillan por su ausencia.
En España, la escasez de conductores profesionales de camiones se viene sufriendo desde hace años. Si aquí no ha estallado la cuestión con paralizaciones similares a las del Reino Unido es porque en el continente aún se dan 'trasvases' de camioneros entre unos países y otros, especialmente desde el Este, lo que contribuye a mitigar algo la situación, a diferencia de lo que pasa en las Islas, donde el aislamiento voluntario ha provocado que todo se intensifique con rapidez, como se había pronosticado.
Las asociaciones españolas de transportistas, como Fenadismer, vienen advirtiendo del problema creciente de falta de conductores y de su paulatino agravamiento, mientras que las autoridades sólo muestran pasividad al respecto.
Quienes están en contacto directo con actividades de la distribución conocen de sobra el problema, que va yendo a más. Ahora mismo, por ejemplo, al inicio de la campaña citrícola, se empieza a notar en el sector dicha escasez al programar las tareas para próximas semanas. Todavía no faltan camiones, pero es bien sabido que cuando se incremente la demanda, a partir de dentro de un mes, habrá disputas por hacerse con los servicios de vehículos y camioneros que trabajen en el acarreo de fruta desde el campo a los almacenes. Cada año se nota un empeoramiento, y lo mismo en el transporte internacional. vital para una actividad que depende mayoritariamente de la exportación.
La realidad es que desde hace tiempo no surgen nuevos camioneros que sustituyan a los que se jubilan. Ni los hijos suceden a los padres; prefieren otras tareas menos incómodas. La profesión está mal pagada y cada vez más dificultada. Se multiplican sin parar las exigencias: inspecciones en aumento, limitaciones de todo tipo, restricciones en la circulación, obligaciones complejas en tiempos de trabajo y descanso, largas ausencias de casa... Para los autónomos es un suplicio que desincentiva seguir, y para los empresarios de flotas, una sucesión de frenos que desembocan en cierres. El riesgo es que cualquier día nos quedemos desabastecidos de lo básico, como en Reino Unido, cuando no se han dado los pasos anunciados con alternativas ferroviarias y dependemos casi por entero de la carretera.
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