La culpa la tiene el fútbol. Fue oír hablar del espíritu de Juanito, otra primavera de Champions facturando horas extra allá por el ombligo de España, y venirse arriba nuestro Joanot a lomos de la heroica. El alcalde se nos pone bailongo, cosas del estrés, ... y no me veo siguiéndole el contoneo. Pídame lo que guste, excelentísimo señor, que también yo admiré a Tony Manero, pero dispénseme si hoy no estoy a la altura. A la propuesta de la 'paelleta' me adhiero incondicional. Lo de la playa lo veo prematuro, que uno es de termostato sensible, aunque también se lo compro. Sin embargo, debo confesarle que la relación que mantengo con Eurovisión no es la mejor. Llegó a ser muy buena años ha. Aprendí a cantar con Micky y a bailar el vals con José Vélez; a tararear su carta de ajuste cual himno, llamar 'guayómini' a los ingleses y sentir el alcance de la palabra 'quijote' aquella noche, mi cénit festivalero, en que nuestro propio jurado dejó sin premio los gorgoritos de Betty Missiego para entronizar a Israel. Sin embargo el eurofan que había en mí fue marchitando, hasta quedar varado a la altura de la barca de Remedios Amaya en Múnich, a medida que los certeros augurios del oráculo Uribarri afloraban más politiqueo en el reparto de votos que en la parrilla de La Sexta. Si aquello es un chanchullo y para música ya tengo la mía, entenderá alcalde que también yo terminara jaleando la guitarrita de Rodolfo Chikilicuatre como referente de la canción protesta. No dejo de admirar su talante jovial, convertida la vara de mando en bastón de majorette; que no se diga que nuestra cohorte de veteranos menea menos las caderas desde que cerró la sala Lady's. Aun así, confieso mi desconcierto. Cuando ya me habían convencido de que los grandes eventos eran la caja de Pandora, ahora vienen con éstas. Me pregunto por qué no valían la Fórmula 1, la Copa América o el Global Champions Tour de hípica, con Michael Jordan, Demi Moore, Ecclestone, Bertarelli o el caballo rojo de Montezemolo como agentes turísticos al servicio de Valencia, y sí nos sirven la Copa Davis, la capitalidad del diseño, los Gay Games, los Goya o Eurovisión. La primera lectura, analizando perfiles, es que Compromís ni siquiera relaja la ideología para algo tan básico como llenar el estómago; pero me temo que tampoco van por ahí los tiros. A tenor de lo que dijeron en enero del Benidorm Fest y lo que ahora piensan de Eurovisión, sospecho que la 'paelleta' de la que habla nuestro marchoso regidor es la paella rusa de Joan Monleón, gira que te gira hasta moldear los discursos según salga el 'caragol' o la gamba. Quizá abrumado por la contradicción, dice ahora el alcalde que le entendimos mal. En todo caso el gallito ha sido suyo. Los riesgos del directo, que pregunte a Manel Navarro.

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