La interpretación de la victoria de Juanma Moreno en las elecciones andaluzas tiene múltiples lecturas extrapolables, incluso, a otros territorios. Hay teorías que aseguran que ... Moreno recoge los frutos de una buena gestión en todo lo relacionado con la pandemia. Vendría al caso puesto que hay una máxima en política, comúnmente aceptada, que asegura que es más fácil ganar elecciones estando en el gobierno que en las trincheras de la oposición. Por esta regla de tres, gobiernos como el de Ximo Puig o García Page podrían verse también reforzados en próximos comicios. O no. La cantidad de votos al PP es tan apabullante, por comparación con las anteriores, que pone en cuestión esta tesis.
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Otras voces explican la victoria del PP andaluz como el inicio de un cambio del ciclo político. Y dos motivos esenciales: la mayoría absoluta alcanzada que le va a permitir gobernar esta vez sin alianzas -cortando el paso a Vox- y la caída en picado del PSOE y del candidato Juan Espadas elegido directamente por Pedro Sánchez. La realidad es que los resultados arrojan una clara vuelta al bipartidismo, la práctica desaparición de la izquierda con un resultado menor y el armario balance de un Vox que por primera vez ha primado en su estrategia a la candidata, Macarena Olona, frente a las siglas de su partido. Y Ciudadanos fagocitado por el PP.
Con todo, parece que asistimos al principio del fin para Pedro Sánchez y al final del principio para un Alberto Núñez Feijóo que toma la delantera con éxitos propios. De cómo han gestionado ambos los resultados se evidencian sus respectivas personalidades. La foto de Sánchez con gesto contrariado en la reunión de su ejecutiva es la cruz de la moneda de un Feijóo que ha sabido mantenerse en un segundo plano más discreto, arropado por los suyos dando todo el protagonismo de la noche electoral a Juanma Moreno. Sin tutelas. Toda una declaración de intenciones y de su forma de ser en política.
Más allá de elucubraciones políticas que pueden ser más o menos acertadas lo que si nos preocupa de verdad a todos, porque nadie permanece ajeno a esta situación, es la crisis económica que atravesamos. La luz, el gas, la comida, la gasolina, tomar algo en un bar, todo es mas caro. Y va a más. Las familias tienen cada vez menos dinero disponible para vivir. Y los políticos podrían, entre otras cosas, bajar impuestos y dejar más dinero en nuestros bolsillos.
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Quédense con esta palabra: estanflación. Mucho me temo que la vamos a escuchar a partir de ahora con bastante frecuencia. La extraña y perversa palabreja define a la perfección la situación económica que atravesamos y que combina los términos recesión -o estancamiento- e inflación. Es decir, es la suma de tres condicionantes alarmantes que si se toman individualmente son temibles pero que aún lo son más si se dan juntos. Lo que está pasando aquí, vamos.
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