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Estimado Albert

Arsénico por diversión ·

Carmen Calvo pasó casualmente por allí justo cuando su periódico de cabecera terminaba la entrevista con Sacristán

María José Pou

Valencia

Miércoles, 18 de septiembre 2019, 07:59

Nos quejábamos, en los últimos procesos electorales, de que los partidos que tanto presumían de transparencia en realidad no la ejercían. Recordábamos aquella intención de Pablo Iglesias de retransmitir no solo con luz y taquígrafos sino «hasta en streaming» las negociaciones entre el PSOE y Podemos. Era febrero de 2016 y acababan de celebrarse elecciones en diciembre de 2015 sin una mayoría clara. Pablo Iglesias proclamaba en una rueda de prensa que «los ciudadanos se merecen vernos dialogar» al referirse a las negociaciones entre su partido y el socialista y demandaba a los medios de comunicación que dieran todas las facilidades para que así fuera.

Después, nos encontramos con una opacidad similar a la ya conocida en otras etapas. Nunca se permitió el acceso a los ciudadanos para que supieran que pedía y alegaba uno y qué respondía el otro. Nos pareció entonces que la transparencia no era una virtud de la que pudiéramos empezar a presumir. Sin embargo, llegó la última jornada electoral y un resultado nuevamente fragmentado hace apenas unos meses. Pedro Sánchez se vio en la tesitura de 'negociar' con Pablo Iglesias y devino una modalidad no prevista de retransmisión en directo: la filtración y la representación. Los dos partidos 'negociaban' a través de los medios de comunicación, una tendencia nada nueva ni desconocida en el panorama político español. Desde entonces, han ido ofreciendo tacita a tacita los pasos dados por uno, la interpretación libre sobre la respuesta del otro y el relato de contexto que acompañara lo sucedido.

Eso no tiene nada de dación de cuentas pero sí mucho de estrategia. Lo vimos cuando, de pronto, Carmen Calvo se encontró en la calle con José Sacristán y éste le pidió que pactaran. Ante eso, una no puede dejar de preguntarse qué hacía un periodista justo ahí. Cuando las cámaras captan una escena fortuita la duda es inevitable. En buena parte de los acontecimientos, el periodista cuenta lo que le cuentan quienes estaban en el lugar. Ante un hecho sobrevenido no está sobre aviso, salvo que el hecho suceda durante otro evento noticioso, por ejemplo, el ataque a Maduro con drones en un desfile militar. Aquello estaba lleno de periodistas que captaron de primera mano lo inesperado, pero en el caso de un encuentro casual por la calle entre dos personas, salvo que el informador camine junto a uno de ellos, no parece fácil obtener una imagen. Y sin embargo las fotos que vimos no eran de ningún móvil. La vicepresidenta del gobierno pasó casualmente por allí justo cuando su periódico de cabecera terminaba la entrevista con el actor.

Como ésa, no parece casual que la carta de Pedro Sánchez, «estimado Albert», llegara a la prensa ni que lo hiciera en su momento la propuesta de gobierno enviada por Podemos y customizada en la vicepresidencia para dejar en mal lugar al presunto socio. Al final, la transparencia era eso: pura propaganda.

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