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Estrellas amarillas

AGUSTÍN DOMINGO MORATALLA

Domingo, 8 de octubre 2017, 10:50

Edith Stein publicó un libro con sus memorias de infancia y juventud que llevaba por título 'Estrellas amarillas'. Aunque al convertirse al cristianismo y profesar como carmelita lo hizo con el nombre de 'Teresa Benedicta de la Cruz', hoy se la conoce como una las víctimas judías asesinadas el 9 de agosto de 1942 en el campo de concentración de Auschwitz. Se la recuerda como co-patrona de Europa y, desde la canonización que realizó Juan Pablo II en 1989, forma parte del santoral de la Iglesia Católica. Eligió el título del libro para mostrar desde la misma portada el trozo de tela amarillo que, con forma de estrella de David, los nazis utilizaban para marcar a quienes eran judíos.

Como al ganado, se marca a personas para señalarlas y segregarlas públicamente. Práctica que no era nueva en la historia, pero que el régimen nazi utilizó en Europa como fase previa al exterminio. En contra de cualquier mínimo moral de humanidad, el totalitarismo marca, segrega y diferencia para ensalzar como políticamente superior una identidad racial, cultural, social o religiosa. Esta experiencia de segregación que describió Edith Stein en su libro puede recordase años más tarde en la monumental obra de otra filósofa judía empeñada en que no se repitiera Auschwitz: Hannah Arendt. El libro de ésta llevaba por título 'Los orígenes del totalitarismo' y también debería ser de lectura obligatoria para todos los que se dediquen a la política, porque nos recuerda que el totalitarismo, el fascismo y el populismo no son formas políticas ancestrales sino tentaciones permanentes de la actividad política.

Estos días me he visto obligado a recordar estas obras en clase porque mis alumnos parece que sólo tienen tiempo para leer whatsapp o twittear, y ninguno sabía explicarme con precisión el significado de las estrellas amarillas. Al plantearlo empezaron a entender alguna información sobre Cataluña que les estaba llegando por las redes; empezaron a entender por qué algunos profesores en los institutos pedían que levantaran la mano los alumnos que no estaban de acuerdo la actuación de las fuerzas de orden el 1-O, incluso por qué a estos alumnos los dejaban sin recreo; entendieron por qué algunos hoteles se veían forzados a 'invitar' a la policía allí alojada para que se marchara; entendieron por qué algunos profesores de universidades catalanas fueron marcados con una 'X' por no secundar la huelga del pasado martes.

Aunque ahora no hay estrellas amarillas, con el secesionismo vuelven las políticas de odio, resentimiento y segregación. Lo vimos en los años de plomo cuando la batasunización marcaba y mataba. En vísperas del 9 de octubre, esperemos que esta batasunización emprendida por el soberanismo pancatalanista y apoyada por el populismo prefascista, no imponga en la pasarela otoño-invierno la moda de las estrellas amarillas.

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