Con todos sus muchos defectos, la Unión Europea es uno de los mejores inventos del siglo XX. Tras dos guerras mundiales inició su andadura con la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) gracias al empeño de un conjunto de líderes que supieron entenderse ... dejando atrás la violencia. Nació con ese principio que defendió Robert Schuman el 9 de mayo de 1950: «La Paz mundial no puede salvaguardarse sin unos esfuerzos creadores equiparables a los peligros que la amenazan». Con el paso de las décadas se dio forma a ese compromiso alcanzando un equilibrio geoestratégico de fuerzas que ha dotado de estabilidad al continente. Europa es, en palabras de Angela Merkel, una «suerte» que debemos «preservar». La canciller saliente reapareció en España para recoger de manos de Felipe VI el Premio Europeo Carlos V en el cacereño monasterio de Yuste. Lejos de pronunciar un discurso retrospectivo de autobombo lanzó titulares sobre los retos europeos del futuro: «La forma en que lidiamos con el ascenso de China como potencia económica, política y militar, depende en gran medida de si Europa realmente habla con una sola voz». Luchar por la cohesión ha sido una de sus contribuciones primordiales tanto en Berlín como en Bruselas. Durante 16 años ha sido la 'mutti' (mamá) de los alemanes, así la llaman en su país, pero también ha ejercido de matriarca protectora de los intereses europeos. Ahora que está a punto de retirarse de la vida política, los 27 se quedan huérfanos de liderazgo. Parece imposible una Europa sin la cicerone que durante casi dos décadas ha evitado que, en sucesivas crisis, descarrilara la hoja de ruta conjunta.
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Ahora la UE tiene por delante un enésimo frente. Algunos, por esta obsesión de etiquetarlo todo, lo llaman 'Polexit' sin que el asunto guarde relación con el 'Brexit' porque los polacos no han manifestado su intención de irse como sí hicieron los británicos. La sentencia del Tribunal Constitucional de Polonia que declara inconstitucionales varias disposiciones del Tratado de la UE asumiendo que su derecho nacional está por encima del europeo, ataca de lleno a uno de los pilares de la Unión, el de la supremacía legislativa. Porque la UE también es una entidad jurídica no sólo económica. Hoy el órdago polaco se analizará en el pleno del Parlamento de Estrasburgo. Ursula von der Leyen tiene la ocasión -y la obligación- de responder con contundencia como presidenta de la Comisión contra el peligro de las «fuerzas centrífugas» de las que advirtió Merkel en Cáceres. Esperemos que la influencia del pragmatismo y la firmeza de la canciller perdure en la Europa post-Merkel. Y también que alguien coja el testigo de una líder irremplazable que ha negociado incansablemente por el 'pacta sunt servanda'.
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