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'Expaña' plurinacional

BELVEDERE ·

Pablo Salazar

Valencia

Martes, 14 de julio 2020, 07:38

Esto es lo que hay y quien no quiera verlo se está engañando. De los 150 escaños que se repartieron en las elecciones autonómicas del domingo (75 en Galicia y otros tantos en el País Vasco), los partidos que rechazan la Constitución y que trabajan por la disgregación territorial de España sumaron 78, es decir, más de la mitad. No cuento en ese bloque, como es obvio, a un PSOE con sus distintas marcas regionales que por pura conveniencia electoral juega a ser más nacionalista que los nacionalistas y no tiene ningún inconveniente en aliarse con ellos y hasta en blanquear a los más radicales, todo con tal de tocar poder y de desplazar a la derecha. El crecimiento de las formaciones nacionalistas o regionalistas en gran parte de las autonomías españolas (Valencia, Baleares, Navarra, Canarias, además, por supuesto de Cataluña, País Vasco y Galicia) es imparable, como resultado de un modelo que cedió gran parte del poder del Estado desde el Gobierno central a los ejecutivos regionales, con el inmenso error de atribuirles la competencia sobre educación, el virus que se inoculó en el sistema y que va a ser más difícil de erradicar que el Covid-19. Con muchos medios, con dinero a espuertas para asociaciones afines y televisiones obedientes a la doctrina oficial, las comunidades han ido construyendo poco a poco conciencias nacionales basadas en historias mitificadas, cuando no inventadas, en tradiciones, folclore y, por supuesto, en la existencia de una «lengua propia» que vendría a ser el gran hecho diferencial respecto a Castilla y a las autonomías que carecen de un idioma distinto del castellano. Entre los adultos y los mayores, aún hay un voto sistémico que en el caso gallego es un PP con un barniz muy identitario, y en el vasco, un PNV que de momento transita por la vía moderada que durante décadas utilizó la CiU de Pujol. De momento. Los jóvenes educados en las leyes de enseñanza socialistas -y que han pasado doce años en aulas de las que pueden salir sabiendo quién es cualquier escritor menor con obra en la lengua autonómica pero desconocer a Pérez Galdós, Valle Inclán, Cela o Delibes- lo tienen claro y cuando votan se decantan por opciones 'del terreno', cuanto más radical mejor. Es difícil ser optimista respecto al futuro de un modelo que nació ante el problema que planteaba el terrorismo vasco (y en menor medida como respuesta a la histórica pretensión nacional catalana) y que lejos de resolver uno y otro ha acabado exportando las ansias de diferenciarse respecto a los demás, a los que ya no se como compatriotas sino como rivales cuando no como enemigos. La España autonómica puede acabar en una 'Expaña' plurinacional.

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