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ESTHER ASPERILLA
Viernes, 31 de agosto 2018, 09:41
Del latín 'exspectätum' - mirado, visto. La definición que nos ofrece la RAE es la de «esperanza de realizar o conseguir algo». Su significado entraña espera. Puede que incluya acción (o no) con el fin de conseguir un objetivo pero invariablemente hay una espera implícita. Uno tiene expectativas porque espera. Así de simple.
Otra posible definición en según qué contextos es la de «posibilidad razonable de que algo suceda». Que nos suceda. Que nos despierte. Que nos arranque de cuajo el tedio de la piel. La inercia de la semana. Que nos insufle algo de emoción. De entusiasmo. De vida. Por eso las expectativas. Deambulamos por los días con una mochila repleta de ellas. Expectativas sobre nosotros. Sobre los demás. Sobre lo que nos merecemos (acaso no es todo). Y las volcamos en el exterior. En nuestros amigos. Nuestros familiares. Nuestra pareja o posible pareja. Ahí las expectativas, que definen de forma absurda gran parte de las actuales relaciones, se disparan. Me haces feliz si haces, no lo que tú quieras hacer, sino lo que yo espero de ti. Echad un vistazo a las aplicaciones para buscar media naranja y veréis a lo que me refiero. Perfiles que subrayan, que enfatizan frases que siempre comienzan con «Busco a alguien que...» y luego un sinfín de deseos. Que juegue al paddle. Que le guste viajar. Otros, por el contrario, señalan lo que está vedado: «abstenerse si ...» y después lo que sea que no queremos que el otro haga. Que no coma carne. Que no hable de banalidades.
Una fina línea separa la expectativa de la exigencia. Yo qué queréis que os diga. Mi opinión sobre las expectativas se la robo a la sin par Andrea Boniforti que desde su blog señala «lo que exigimos fuera, nos falta dentro. Cuando nos hacemos conscientes, cambiamos el mundo..., entre todos. En silencio, y no a la fuerza». No buscar nada en el otro que no haya encontrado antes en mí misma. Entregarme al vacío de posibilidades. No necesitar que nadie venga a cubrir mis carencias. Así quiero vivir. Tal vez porque como dijo Eli Khamarov «las mejores cosas de la vida son inesperadas porque no había expectativas».
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