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Menuda papeleta tiene el PP con Francisco Camps. En una entrevista en ABC, comenta: «Si no soy candidato del PP en Valencia (a la Alcaldía), ... me gustaría ser parlamentario». Agüita. A ver cómo lo hacen los populares, que reivindican la figura de Rita Barberá, para no buscarle acomodo a un expresidente de la Generalitat que sortea investigaciones judiciales como hacía Neo con las balas en Matrix. Si la fallecida alcaldesa no se merece que el PP la deje en el olvido, con el mismo argumento tendrán que dar cobijo a Camps, que lo pidió, lo pide y da la sensación de que los seguirá pidiendo. Está claro, más que claro, que confió en delincuentes confesos, encarcelados de todo pelaje y condición, algunos muy ilustres, pero también es verdad que le azuzaron a la Justicia sin éxito. Puig ya apela a la hipoteca reputacional para ponerle tibio, porque lo del banquillo no sale. Quizá es que el presidente quiere ayudar al PP. El mismo Puig incumple indubitablemente aquel ximoanuncio de que no sobrepasaría los ocho años como líder, quizá traiciona su palabra para no poner en un brete a sus militantes y jóvenes dirigentes, tan deseosos de que siga ahí por los siglos de los siglos, amén. Es complicado saber qué hacer con un expresidente, así, en general.

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Lerma lleva de senador desde antes de que internet se popularizase. Su vigencia rivaliza con la de Jordi Hurtado en 'Saber y ganar'. Ha visto cómo estallaba la burbuja de las puntocom, la burbuja inmobiliaria y la burbuja de las renovables. El expresidente socialista sigue ahí, con sus 70 años, y que nada le pase, pero es que Camps nació una década más tarde, así que no será por una cuestión de edad, lo del expresidente popular. Por cierto, que en el PSPV ya saben que Lerma anda un poco mosca por el modo en que se lo limpiaron en el Congreso de Benidorm. O sea, que ojito.

Se hace raro imaginar a Camps de parlamentario, por ejemplo, en Les Corts. Quizá porque somos estrechos de mente cuando nos interesa. Precisamente, el presidente de Les Corts, Enric Morera, tras ocupar un cargo de tanta dignidad (8 años), se ofrece a ir en las listas del Ayuntamiento de Valencia y ser un humilde concejal más (otros 4). Todo sea por dar servicio público y luchar codo con codo junto a Ribó. Lejos de agradecérselo, la juventud de Compromís le mira raro y tuerce el morro, como si Morera lo hiciera por su interés personal, qué locura. Si sólo tiene 57 años. Lo que pasa es que está más visto que el TBO y que el tiempo, me recuerda un amigo, es elástico; y algunas caras, muy duras. Ya decía Felipe González que los expresidentes son como los jarrones chinos, que muy valiosos, pero nadie sabe dónde ponerlos.

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