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En mitad de este océano fascista, lo que realmente demanda la gente son temas como la docu-serie de Rociíto. Vamos a llamar a las cosas por su nombre, porque ni los sobres amenazantes con balas, cartuchos o cuchillos han conseguido atraer tanta atención a las elecciones de Madrid como lo ha hecho la hija de la más grande. Me rindo a la evidencia y a las pruebas me remito. Dentro de 'politicolandia' nos invade la versión de que estamos rodeados de fascistas. Todo aquel que no esté de acuerdo con las ideas del Gobierno está contra ellos, luego es un facha. Y esto, señores, es un sin vivir. He ido a comprar verduras a un fascista al que habitualmente visito en el Mercado Central que, con las obras en curso, no está nada de acuerdo con la gestión del Ayuntamiento de Valencia. ¿Serán fascistas las lechugas? ¿Y los lechugos? Cuidado con el lenguaje inclusivo que es tema sensible. La amenaza acecha. 'Politicolandia' ha creado su propio show, consciente de que es una vía para visibilizarse en la sociedad ante su incompetencia profesional. Parece que sobran fascistas cuando lo que faltan son vacunas.
Los que dedicamos tiempo a seguir la política estamos tan inmersos en nuestra burbuja que no somos conscientes de que a la gente le importa un rábano 'politicolandia'. Me he obligado a darme un baño de realidad con los temas que triunfan e interesan. Certificado, con datos. El mismo día en el que se celebraba el debate televisivo con los candidatos a las elecciones madrileñas, la audiencia se inclinó por la entrevista en directo a Rocío Carrasco, llegando a alcanzar un 48% de share y con casi cinco millones de espectadores. Yo fui uno de ellos, por primera vez, confieso.
Pero ¡qué barbaridad! A esta mujer le cascaba ¡hasta su propia hija! Televisión espectáculo en estado puro: sangre, vísceras, lágrimas. Admito que solo aguanté una hora, el wasap me quemaba con comentarios del debate político. Abandoné a Rociíto, cambié de canal: Ayuso, Monasterio, Gabilondo, Bal, García e Iglesias. Y claro, entre ver a estos siesos y ver una prueba de esas que matan de hambre a los participantes de una isla en la que se tienen que dar churros y porras con chocolate unos a otros, con los ojos tapados en menos de dos minutos, la gente se queda con las porras en la oreja. La isla, Rocío Carrasco o su exmarido, ¿la izquierda de ahora ve en el ejemplo de la telebasura un modelo interesante para captar nuestra atención? Ya en sus pantallas, la serie 'Fachas por Madrid', con sus cartas, sus amenazas, sus balas. Cosas veredes, amigo Sancho.
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