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He leído estos días una declaración de un representante de Consejo Escolar de un municipio que decía que la Generalitat les había pasado «una patata caliente con la decisión de mantener los festivos escolares en Fallas». Perdone, la patata caliente se la pasan a los padres que, una vez más, deberán adaptarse a las necesidades de quienes argumentan que profesores y alumnos «necesitan descanso después de un curso tan estresante como el que arrastran». Hoy precisamente se celebra una multitud de reuniones municipales para decidir si van a mantener el calendario escolar o no, con el resultado de otra infinidad de decisiones enfrentadas para aumentar aún más la confusión. Llevamos a la espalda en el último año un gran esfuerzo por los cambios en nuestras vidas para sobrevivir a la pandemia y, sinceramente, hay que estar falto de vergüenza para defender vacaciones escolares.

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Miren, estresados están los sanitarios enfundados en trajes blancos con guantes, gafas y mascarillas intentando salvar vidas mientras ven la muerte de cerca, día tras día. Una clase con una treintena de jóvenes mancebos debe ser difícil de gestionar pero, con todos los respetos, no argumenten los días festivos porque están estresados. Hemos visto carteles en persianas de bares que rezan «cerrado por agotamiento» con lágrimas en los ojos de sus dueños y trabajadores, que ya forman parte de los casi seis millones de parados. Cualquier padre o madre que engrose esa lista del paro, es posible que tenga la posibilidad de atender en condiciones a su hijo en caso de que no haya clase. Para los que tienen la obligación (y fortuna) de ir a trabajar porque conservan su puesto, ocuparse de los festivos de sus hijos les supone una vuelta de tuerca a esta complicada situación.

Dejemos de lado los argumentos personales, familiares e incluso sentimentales, hagámoslo desde el punto de vista sanitario. ¿No han entendido que si no hay Fallas por segundo año es porque no tenemos aún la seguridad de controlar los contagios y evitar las muertes? Hagan un sincero ejercicio de responsabilidad para mantener a los escolares en el lugar con más seguridad: en clase. Y no se engañen, que todos sabemos que por esas fechas saldrá el sol, el buen tiempo y la naturaleza humana pedirá fiesta. Toda la batalla ganada al virus conseguida a día de hoy, tras la irresponsabilidad de la Navidad, la podemos perder en pocos días. Ustedes mismos, en sus manos queda poner en juego tanto el nivel académico de los estudiantes, como las vidas de la población en riesgo.

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