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Algunos somos unos fervientes defensores de los adjetivos. Amantes de la calificación escrita y de los matices con tintas. Porque, no nos engañemos, no es lo mismo -ni se le parece- afirmar que esta semana es, simplemente, importante, en lo político y en lo social, que distinguir su carácter de fundamental y determinante. Sin embargo, este apego por tales vocablos ha propiciado que otros, perversamente y ante la inminencia de la gran cita morada del viernes, se dediquen a otorgar atributos a los nombres donde lo que sobran son palabras. Y faltan hechos. Asombra la deplorable cantidad de expresiones que escoltan o se agregan al término «feminismo». Los hay para todos los gustos y de todas las coloraciones posibles. Desde el ya tedioso feminismo «radical» -que ha encontrado su diminutivo en el sustantivo «feminazis»- y que viene utilizándose desde siglos atrás con el único fin de desprestigiar, hasta el feminismo «de pancarta». Quienes emplean y difunden el primero es probable que desconozcan el verdadero significado de tal apelativo, pues ser «extremoso, tajante e intransigente» con el machismo y con la prevalencia del varón sobre la mujer, debería ser nada menos que lo natural. Lo normal. ¿O es que existen ciertas actitudes machistas tolerables? Otros, más refinadamente, lo tildan de «excluyente» o «no inclusivo». Hay tantos acompañantes casi como corrientes políticas: feminismo «socialista», «comunista», «el de verdad»... Y tras las últimas intervenciones de Ciudadanos en la materia -con Inés Arrimadas a la cabeza- se ha patentado (y ya tardaban), el feminismo «liberal», como aquel que justifica la intervención económica y de mercado en las hembras, aunque, quizá, ello tenga demasiado que ver con su defensa naranja de la maternidad subrogada. Pero, en la manifestación del año pasado, los que alzaron su hoz y su martillo obtuvieron por los allí presentes una única respuesta al unísono: «nuestras banderas hoy son moradas». No comunistas. Obvio. Ahora que estamos tan cerca de las elecciones diré que sobran políticos -y adjetivos- apropiándose de las mujeres y que hace falta muchísimo más feminismo. Feminismo a secas.
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